miércoles, 21 de noviembre de 2012

La noche de los museos 2012

"De la pobreza, con el trabajo y mi ansia de cultura fui elevándome material y espiritualmente paso a paso". Luis Perlotti.

Nico en el Club Italiano, en el salón principal junto a la exposición de acuarelas.
Aqui estoy en el Museo Luis Perlotti, en la sala principal donde se encuentran las fabulosas esculturas de este gran artista. Esta obra se denomina "Tu y Yo" y está realizada en mármol de carrara. Es de una fresca belleza.

La Peluquería de Época, en la calle Guayaquil a metros de la estación Primera Junta del subte. Es un lugar que tiene dos salas, una de ellas es la vieja peluquería que conserva el "furniture" vintage y está atendida por este señor, maestro del arte del cortar el pelo; lo sigue haciendo a la vieja usanza. En la otra sala hay un bar donde comimos unas  empanadas que según el mozo del mostrador, eran de tipo tucumanas. Mejor, sigan dedicándose a cortar el pelo. 

Parte del techo del salón principal del Club Italiano. Esta esquina superior del lindo paisaje que muestra el salón me hizo acordar al salón de la Sociedad Española de Tafí. Tal vez no tengan, en realidad, similitudes arquitectónicas, pero en mi mente llena de recuerdos se asociaron.

En el entrepiso del recientemente inaugurado Museo del Libro y de la Lengua. Es un espacio creado por la Biblioteca Nacional bajo la tutela del gobierno de turno. Me gustó este mural de Spilimbergo.

Salón principal del Club Italiano. Vivos colores para una gran noche.

Imágenes con luces de colores; técnica que no sé como se llama; hay que estudiar el arte, porque, como todo en la vida, cambia permanentemente.

Es su ídolo. Carlos Gardel y Niko, con dos amigos como testigos; serán los Barros Schelotto?

Poso con mi campera de cuero. Especial para la Noche de los Museos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Compañeros de letras


Descripción: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/58/Tupiza_w2.jpg

En el ámbito laboral, en las largas jornadas de trabajo, uno busca un esparcimiento que lo ayude a aquietar la mente y a poner en calma el corazón  frente a la incesante demanda de los clientes internos y externos, utilizando el lenguaje propio de los administradores.

En la expresión de los trabajadores de la administración sin duda que el tecnicismo impera. No obstante el hombre, ya dejando de lado por algunos instantes su forma de decir cotidiana, encuentra un remanso en las palabras que provienen de las frases de grandes pensadores, de la poesía, del arte y también de las ciencias humanas y sociales como es la historia.

En un selecto grupo de compañeros de trabajo se ha formado una especie de cadena que reúne aquellas búsquedas de quietudes para la mente y ha encontrado, sin dudas, en la expresión y los comentarios una fuente inagotable de pensamiento y opinión. He aquí un ejemplo de la actuación de este grupo, donde una de sus integrantes, lo ha dado en llamar "Compañeros de letras".


Historia:

Hoy (07/11) se celebra un aniversario de la Batalla de Suipacha, el primer triunfo de las tropas argentinas en la guerra de la independencia. La cruzada se llevó a cabo en Tupiza, donde tropas de Buenos Aires, juntos con salteños, jujeños, oranenses, tarijeños, cinteños y chicheños derrotaron al ejército invasor en la tierra que hoy es Bolivia.

La Junta de gobierno autorizó a todos los comandantes victoriosos en Suipacha a llevar en el brazo derecho un distintivo con la inscripción “la patria a los vencedores de Tupiza”

Este distintivo se utiliza aun hoy en el uniforme de gala de las tropas del Regimiento Dos (RI2) de infantería del Ejercito Argentino con actual asiento en la Ciudad de Córdoba.

Mi reflexión, al cabo de este acontecimiento, es ¿qué distintivo llevaremos nosotros algún día?


Comentario 1:
Buen día
La verdad contador, hay cosas que no aprendí (creo no me enseñaron en la escuela…fui en la época “controlada”). Pero con usted aprendemos una que otra vez algo nuevo.

Sobre el tema, entonces Bolivia era parte de la vieja Argentina, como siempre supuse? 
Más que reflexionar sobre que distintivo usaremos, creo debemos reflexionar si proyectándonos 100 / 150 años, la Argentina de hoy será al 100 % de su territorio en el futuro.
No?

Comentario 2:
Muy buena pregunta ....estamos capacitados para llevar alguno ? Somos patriotas ?
Gracias por la información sin duda muy interesante 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Las costillitas de enfrente


Esta ciudad de Buenos Aires es una caja de sorpresas desde cualquier lugar que se la mire. En mi caso, en mi habitual camino de recorrer bares, bodegones, restaurantes y afines, encuentro extrañezas por doquier.
Esta vez me voy a referir a la avenida Boedo, esa que une el Alto Palermo Shopping con Pompeya. En dicha avenida, a la altura de la calle Inclán, tenemos el restaurant “La Tacita”. Se lo encuentra a la mano derecha, antes de cruzar Inclán, si uno va hacia Pompeya, o sea en el sentido del tránsito; esta es una avenida que va quedando en la ciudad con un solo sentido de circulación. Siguiendo con la ubicación geográfica, si uno cruza la calle Inclán, se encuentra con “La Tacita” Pizzería, Bar.

Allí llegué yo, un día con más lluvia que otros días, como dijera Neruda, en esta primavera húmeda y azarosa que abraza la ciudad. Como me había bajado del colectivo 160 en Colombres e Inclán, caminé por la vereda de La Tacita Bar. Entré ahí dispuesto a almorzar. El solícito mozo me alcanzó la carta y elegí costillitas de cerdo con puré de calabaza.

El mozo del salón fue hasta la barra donde está el mozo de mostrador y le comunicó mi pedido. El mozo de mostrador, tomó el teléfono, marcó y dijo:
-          Hola, mándame unas costillitas de cerdo con puré de calabazas.

En ese momento, el mozo de salón me servía la Coca Light y colocaba en la mesa un elegante mantel individual de papel. Llegó un hombre a la mesa de al lado; ya acomodado, hizo su pedido. El mismo proceso entre los mozos y el pedido telefónico que sale:
-          Hola, mándame un asado de tira a punto con fritas.

Allí uno entra en la faz de espera. Esa faz lo lleva al pensamiento, a la reflexión y a la intriga; por ejemplo, ¿cuánto tardarán en venir las costillitas?, ¿estarán buenas?, ¿serán grandes?, ¿estará caliente el puré? Si lo mira con el costado positivo, todas estas preguntas tendrán respuesta afirmativa. Entonces se relaja, espera y piensa. Qué golazo hizo Walter.

Uno opta por mirar el ventanal y ve caer la lluvia sin parar. Mira los árboles de Boedo, añosos como la avenida y como ese barrio; ve el verde de las hojas que reflejan las gotas que parecen usarlas como un tobogán. Mira relajado y espera.
De pronto, ve que desde La Tacita restaurant, en la vereda de enfrente, en medio de la lluvia, sale un mozo que viste pantalón negro, camisa blanca mangas cortas y moñito rojo. Empieza a cruzar la calle el mozo y se dirige a La Tacita donde estoy yo.  La bandeja que trae está bien tapada con un plástico blanco que hace rebotar las gotas de agua que no dejan de caer. Lo veo al mozo y está, con sigilosos pasos, en medio de la calle Inclán.



Llega a nuestra vereda, porque cuando uno espera, se adueña del espacio que lo rodea.  El mozo viajero apura su paso y entra a nuestra Tacita. Con paso de lluvia y movimientos propios de quien ha caminado en el caer de las gotas, apoya la bandeja pertrechada en la barra del mozo del mostrador.  Ya se ha acercado allí el mozo del salón y entre los tres desarman el envoltorio, con mucho cuidado. Las bolsas que cubren la bandeja son bolsas del supermercado Vea, que se han unido para formar una especie de “carpa” de la bandeja.

 
Advierto que son mis costillitas las que han arribado. Vinieron de enfrente, así como Borges tituló su obra “Luna de enfrente” estas serían “Las costillitas de enfrente”. Llegan a mi mesa, están buenísimas, bien asadas; veo que en La Tacita restaurant hay un cartel que dice “parrilla al carbón”; el puré está bien caliente. Llegó todo bien y empiezo a comer.  Cuando estoy casi al final del plato, veo inquieto a mi vecino; le habla al mozo y éste le hace una seña al otro, al del mostrador. Éste agarra el teléfono y dice:

-          ¡¿Qué pasa con el asado y las papas fritas?!
Veo de nuevo al mozo salir de enfrente con el paso más de enojo que de apuro. Entra con la bandeja envuelta y el mozo le dice para qué mesa es. Se dirige a la mesa de mi vecino, apoya la bandeja envuelta en su mesa y la abre; está el asado humeante.

-          Que bueno, le dice mi vecino. Pero tardó mucho.

-          Y qué quiere, dice el mozo del restaurant de enfrente; también con esta lluvia…
Así es Buenos Aires, de esta forma se mueve uno en ella, de sorpresa en sorpresa. De encuentro en encuentro, siempre hay una entrada y una salida. Esta vez, para mí, la entrada ha sido a La Tacita Pizzería; y la salida, desde La Tacita Restaurant, al frente de donde yo hice el pedido.

Al irme dejé dos propinas, para los mozos de una y otra vereda de la calle Inclán.