domingo, 20 de enero de 2013

¿¡ Y diai?!



Este regionalismo es difícil de explicar pero como a mí me gustan los grandes desafíos, voy a intentarlo. Antes que nada, tenemos que leer bien la expresión y practicar su pronunciación. Y diai, y diai, y diai… son dos palabras que se utilizan siempre ambas y siempre en ese orden.

Con este modismo de estricto uso taficeño, uno puede efectuar tanto una interrogación como una admiración. Primer ejemplo, uno llega a la esquina de la Balcarce y la Avenida, donde lo está esperando un amigo y le dice: ¿y diai?, el amigo le dice, bien nomás. Este es el uso en la interrogación.
Vamos a usarlo ahora en la admiración. Uno le dice al mozo, un café con leche con tres tortillas chatas; muy bien, dice el mozo y se va. Pasa un rato, uno mira la Avenida para un lado, para otro; ve el pie del cerro, donde parece que los árboles de la avenida empiezan a subir por su falda. Mira la avenida para el otro lado y ve, a lo lejos, la quieta estación de trenes.

Saluda amigas, amigos que pasan por la platabanda o por la vereda y el café con leche no viene. Menos las tortillas. Entonces se levanta, busca al mozo entre la gente que camina por la galería (estamos en Tafí Bar, en el ejemplo), uno está levantando el cogote para ver por encima de todos, como pollo adentro de un balde; y lo ve al mozo que se acerca, pero sin la bandeja. Entonces, uno aplica la forma de admiración de la expresión y le dice: che, ¡y diái! Ya viene, dice el mozo. Lo que pasa es que se habían terminado las tortillas y mandamos a comprar, pero había sólo altas, ¿las quiere igual?, sí, dice uno. En el uso con sentido de admiración, puede verse también un aire de enojo.

Mientras está tomando el café con leche, llega un amigo y se sienta con uno. Es un amigo que tiene algunos problemas de amores y empieza a contar su historia.
-”Yo le he dicho que la quiero, que la extraño, que quiero que venga, pero ella…”
Hace un silencio y suspira, pero no habla; entonces uno, ansioso e intrigado, usa la expresión en interrogación y admiración al mismo tiempo: ¡¿ y diai?!

El léxico futbolero recepta los vocablos o expresiones de variada especie; y forma un género específico aplicable a todas las instancias de un partido. Una de ellas es la cargada, es la burla al rival al que se ha vencido. En este universo también se usa el término que hoy estamos analizando. No me gusta mucho el ejemplo, pero para ser contemporáneo con el hoy del futbol tucumano, usaré éste: un “ojitos verdes” de Atlético, cuando el decano le ganó a Boca, desafió al pueblo de La Ciudadela, sucursal Tafí, diciéndole:
-“¿y diái?, sucielys!

Café con perejil




A una cuadra de la cancha de Boca, donde uno tiene que esperar tenso los últimos minutos antes de entrar  a ver el partido; allí donde la ansiedad gana terreno y el hincha siente que ya debe estar adentro, casi no se encuentra un lugar donde tomar un café.

Mi recorrido hacia el estadio comienza cerca del Parque Lezama. Con el caminar apurado se pueden encontrar algunos lugares donde se podría tomar un café; como el bar que está enfrente del Hospital Argerich, pero no lo recomiendo. Hay en una esquina un Bar y Restaurant donde también se podría ir; pero tampoco está en mi lista de sugerencias; antes de eso está la estación de servicios de YPF, pero el día del partido esta estación es como la que está en medio de la Ruta 2 en Dolores y se  siente como si fuera el día de recambio de la temporada de Mar del Plata, en los buenos tiempos, no ahora. Unas cuadras más adelante tenemos el café Paris, casi como el Bar del Turco en la película Un Oso Rojo, de Julio Chavez, pero es igual al de la película; sólo falta Rene Lavan.

Hace un tiempo, en la esquina de Pérez Galdós y Almirante Brown estaba La Farola de la Boca; hoy el modelo económico imperante se la ha cargado y ahora hay okupas que cada tanto salen en la tele cuando están por ser desalojados. Ya llegamos a la calle Pinzón y tenemos que doblar a la derecha;  a esta altura, se han terminado los bares; si uno tiene ganas de saborear el cafeto, tendrá que esperar a ingresar al Templo del Fútbol.

Sin embargo, un buen buscador de café, como sería el “Google” de los reductos cafeteros, busca y encuentra. Y así lo hice; recorrí los kioscos de las inmediaciones y, en medio de los muchachos que piden birra, vino, tetra y porrón, empecé a preguntar si preparaban café.  En algunos lugares me dijeron “no” con sólo mirarme; en otros me respondieron mirándome como si yo fuera un AVATAR.

Hasta que di con el lugar acertado. Un pequeño kiosco que está en la ventana de una casa; tiene una reja marrón y un cartel que dice “no se venden cigarrillos”, como educando a la parcialidad boquense. Una señora muy atenta me atendió y respondió afirmativamente a mi pregunta que, a esa altura, ya iba con pocas pilas, con dejo de bajón.
-          Lo quiere sólo o cortado, pregunta la señora.
-          Solo, respondo.
-          Con crema, pregunta.
-          No, solo, respondo.
-          Con azúcar o edulcorante, sigue el cuestionario básico de la venta de un café.
-          Edulcorante.
-          Ahora se lo traigo, dice ella.

Miro a mí alrededor; hay gente que camina hacia Brandsen, otros con rumbo Casa Amarilla; la Boca es así, mucha gente por todos lados y todos caminan para lugares distintos. Cada uno sabe muy bien adónde va.
-          Aquí está su cafecito.
-          ¿Cuánto es?
-          Seis pesos.
-          Bárbaro, gracias.

Agarro el vasito y veo que el café está en movimiento, hace círculos; es como que la señora lo traía revolviendo para entregármelo. Qué buen café, pensé; qué aroma, sentí. Miré los círculos que hacía cada vuelta del café y vi que en medio de los círculos concéntricos que se formaban en cada giro, había dos cositas verdes chiquititas. Seguí con la vista esas cositas estudiándolas para saber qué eran. No lo logré en movimiento; cuando el café se detuvo, como yo también lo había hecho (me había parado en la esquina mirando fijamente el vasito), me di cuenta de que las cositas verdes eran pedacitos de hojitas de perejil.

Me hubiera gustado estar en esa esquina con Funes, el memorioso protagonista del cuento de Borges; el que había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués y el latín; es posible que él, con su memoria sin pensamiento, hubiera encontrado la explicación a las hojitas de perejil dentro del pocillo, dando vueltas desenfrenadas hasta converger en un punto: el medio.

Tal vez, la cucharita que la atenta señora utilizó para revolver antes había servido para “emplatar” alguna comida con perejil picado; o quizás, sea ése el toque de distinción del café que se encuentra donde no hay bares que sirvan café.

Oda al mar - Pablo Neruda




AQUÍen la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.
Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata,
de cristal o de luna,
nació para las pobres
cocinas de la tierra.
No lo guardes,
avaro,
corriendo frío como
relámpago mojado
debajo de tus olas.
Ven, ahora,
ábrete
y déjalo
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
padre verde y profundo,
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos
cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
tus trigos y tus uvas,
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
y el fruto sumergido.
Padre mar, ya sabemos
cómo te llamas, todas
las gaviotas reparten
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
tu bella dentadura,
déjate por un rato
de gloriosas historias,
danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un pez grande o pequeño
cada día.
Sal por todas las calles
del mundo
a repartir pescado
y entonces
grita,
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan
y digan,
asomando a la boca
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
repartiendo pescado".
Y volverán abajo,
a las tinieblas,
sonriendo, y por las calles
y los bosques
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
Pero
si no lo quieres,
si no te da la gana,
espérate,
espéranos,
lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
un hilo atómico
guardará tu cintura,
plantaremos
en tu jardín profundo
plantas
de cemento y acero,
te amarraremos
pies y manos,
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez,  está el pan,
está el milagro.

jueves, 17 de enero de 2013

La vereda del mar




Cual los Incas en las alturas de las montañas lejanas, el mar también ha preparado una vereda para que caminen los sueños. Ayer he visto a uno ir y venir con los brazos cruzados marcando cada paso con un pensamiento marino. Podía verse a su alrededor, esparcidos entre la explosión de la espuma salada, el deseo de armonía inspiradora para sus versos; era un poeta que buscaba que las olas le trajeran la inspiración.

Hoy he visto a otro saltando de a dos los musgos del piso. Mientras saltaba, una nube se acercaba a él y le daba un aire fresco de aliento; era un amante ansioso por saber si el agua le traería alguna botella con su mensaje de amor. Deseaba que la buena nueva llegase desde el Sur; de las heladas aguas australes también pueden llegar noticias ardientes de espera. Se acercó al agua mojando su pecho latente y vio que las algas le alcanzan algo. Lo tomó y leyó expectante, el texto se transformó en voz y le dijo: “me muero por vos”.

Mañana iré de nuevo a caminar por la vereda del mar; no iré a ver qué hacen los demás, pero iré sabiendo que seré un poeta y un amante. Así entre los dos tendremos poesía, armonía en los versos, aire de nubes, latidos de amor en el pecho y algún esperado mensaje de amor en el agua salada.

Vacaciones 2013 - Mar del Plata

Llegué junto con la tarde; así me recibíó mi vecino el mar. El cielo claro del fondo me dice que la luz está allá a lo lejos, donde el horizonte se hace una línea. A ese lugar iré uno de estos días, a buscarte luz; te quiero.

domingo, 13 de enero de 2013

Chau Marisol


Otra vez la muerte se equivoca y elige a un ser en fecha más que temprana. De nuevo la naturaleza puede más que la ciencia. Se repite el adelantado adiós que no se quiere decir nunca. Queda otra familia a la deriva de la desesperanza; sin conocer el camino del porqué. Se suman al staff de padres desesperados los de Marisol Oviedo.

Se dice que el nombre Marisol es de origen compuesto, dicen los que saben de esto, que ese nombre viene de María del Sol o Soledad; es justo ese significado para la corta vida de esta niña de diecinueve años que se ha ido al más allá. Marisol no pudo ver el sol de la vida que su nombre le brindaba; dejó a su hermana en soledad,como prestándole su nombre.

 Ahora su oso rosa se ha quedado solo; la cama del hospital, las sábanas que la aferraban a la vida la han despedido en su partida al cielo.

Este humilde blog le dice "Chau Marisol" y saluda a la familia que queda mirando cómo su hija no se ha podido salvar. Este humilde blog piensa que allí debió haber estado la presidenta con su apoyo; Marisol estaba aquí nomas, en la avenida Belgrano casi esquina Entre Ríos; y ella en Cuba viendo a su amigo.


domingo, 6 de enero de 2013

El tango y el fútbol, grandes desafíos



Ricardo Tanturi ha sido uno de los grandes músicos de tango que ha dado esta ciudad; nació en el barrio de Barracas y desde muy niño se dedicó a la música, empezó estudiando el violín pero su hermano mayor que era pianista le enseñó este instrumento y a partir de ahí se dedicó a tocar el piano.
Tuvo su propia orquesta típica en la época de esplendor del tango en Buenos Aires y eligió como cantante a Alberto Castillo. Con él tuvo mucho éxito porque su música era de lo mejor y porque Castillo era un showman que atrapaba al público en sus actuaciones. Alberto Castillo tenía un despliegue por el escenario que hacía delirar a los bailarines y sus actuaciones, junto con Tanturi, eran inolvidables.
Pero una vez, Castillo dijo que quería seguir otro camino y dejó la orquesta. El maestro Tanturi se vió obligado a elegir otro cantante; después de muchas pruebas y ensayos eligió a Enrique Campos. Campos era lo opuesto a Castillo; se paraba frente al micrófono y cantaba sin moverse; su voz era de lo mejor, pero no tenía show. Sin embargo, la orquesta, él y Tanturi otra vez, fueron muy exitosos por mucho tiempo.
Aquí hay que reconocer la decisión de Tanturi, su ojo para elegir al cantante luego de tener a uno tan talentoso como Castillo, y no se equivocó, porque Campos también la rompió. Esto me hace pensar en en fútbol de hoy y más precisamente en Boca, en Bianchi y, aunque ahora lejos, también en Riquelme.
¿Encontrará Bianchi el "Campos" de enganche para llevar a Boca al éxito? . ¿Quien siga a Riquelme en su puesto, será como el segundo cantor de Tanturi?. En Buenos Aires, el tango es pasión y se vive así en su ambiente, se habrá vivido así en aquellas épocas cuando se fue Castillo. En el país, Boca es la pasión y ahora vive la ida de Riquelme; cómo será su sucesor?
¿Alcanzará los logros el que venga ahora? Esperemos que si, así como Tanturi supo elegir la voz exacta, Boca deberá elegir el 10 exacto.

sábado, 5 de enero de 2013

Basilópitas

En la religión Ortodoxa Griega, el día de San Basilio es una de sus celebraciones más importantes. San Basilio se festeja el 1 de enero porque es el Santo que augura el bien para el año que se inicia. También se asocia con el día de Reyes y con San Nicolás que llega en Navidad.
Una costumbre tradicional de la comunidad griega es preparar tortas para el día de San Basilio, cortarlas en una ceremonia religiosa y luego repartirlas entre todos los presentes. Pero la torta tiene una sorpresa, que es que alguna de las porciones tiene un premio. Éste consiste en una moneda que recuerda una leyenda.
Cuando Basilio era Obispo en la ciudad de Cesárea, se declaró una guerra y hubo que juntar dinero para afrontar los gastos. Se creó un impuesto (siempre los impuestos) que el pueblo tuvo que pagar de acuerdo a la riqueza que tenía cada persona (sería la capacidad contributiva) tenía. De ese modo se solventaron los gastos bélicos.
Terminada la guerra el Obispo ordernó que se le devolviera al pueblo el dinero que había aportado. Se hizo así y esto se simboliza con la torta de San Basilio; es por eso que alguna porción tiene una moneda que, según la leyenda, es la devolución de lo que uno pagó previamente.

martes, 1 de enero de 2013


CELEBRATE myself;
 
And what I assume you shall assume; 
For every atom belonging to me, as good belongs to you. 
  
I loafe and invite my Soul; 
I lean and loafe at my ease, observing a spear of summer grass.         5
  
Houses and rooms are full of perfumes—the shelves are crowded with perfumes; 
I breathe the fragrance myself, and know it and like it; 
The distillation would intoxicate me also, but I shall not let it. 
  
The atmosphere is not a perfume—it has no taste of the distillation—it is odorless; 
It is for my mouth forever—I am in love with it;  10
I will go to the bank by the wood, and become undisguised and naked; 
I am mad for it to be in contact with me.

Walt Whitman