martes, 23 de abril de 2013

23 de abril -Día del Idioma

La palabra

Pablo Neruda
De Confieso que he vivido

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

domingo, 14 de abril de 2013

Instrucciones para enfriar el mate cocido








Una de las razones por las que me gusta el "Gran Verano", como lo llamara Neruda, es porque puedo utilizar mi método para enfriar el mate cocido. Mi forma preferida de saborearlo una tarde, aunque el impiadoso sol quiera meterse hasta en mis huesos, es en un jarro amarillo de losa, y si está "descascarado", mejor.

Como la temperatura exterior sumada a la del jarro y a la de la verde esencia de agua hervida y yerba San Martín (de la Cooperativa), hacen trepar el termómetro, para sentir el sabor de las tardes tucumanas, se aplica el siguiente proceso:
 
  • Vertir agua del caño en un plato hondo. Si en ese plato suele servirse sopa de fideos "lengua i' pájaro", mejor.
  • Ubicar el plato en la mesa en el lugar donde se sentará el feliz degustador del mate cocido.
  • Servir el mate cocido en el jarro y colocar éste dentro del plato hondo con agua.
  • Agregar dos cucharadas de azúcar, que sea una cuchara grande, la misma de la sopa, es imprescindible.
  • Menear con la cuchara el mate suavemente de un lado a otro, como siguiendo los pasos de una zamba, mirar a los demás comensales, si entre ellos hay una dama, mejor; mirarla como se mira a la compañera en una zamba, como si se quisiera comérsela con la mirada.
Así como la sombra del cerro baja hasta el fondo de mi casa al caer la tarde y refresca el espacio de mi presencia, el agua del plato irá enfriando el mate. El calor traspasará el jarro amarillo y se bañará en el agua del plato que, poco a poco, irá dejando de ser fresca.

 
  • Introducir el dedo índice de la mano derecha en el agua del plato para saber si la temperatura de ésta se ha elevado. Si es así, estaremos frente a una prueba casi irrefutable de que el mate cocido está listo para ser degustado.
  • Probar con un pequeño sorbo para saber cómo está el mate.
  • Si el sabor engalana la boca, el mate está listo.
La temperatura del jarro ha variado con este método. Así de simple es; se ha aprendido en la casa en alguna feliz tarde, que aún no ha terminado, de la infancia.

miércoles, 3 de abril de 2013

"Pal' 3 de abril..."

Don Benito del Valle Lezcano, mi padre, mi viejo, hubiera cumplido años hoy.  Mi padre, el empleado ferroviario de Tafí Viejo; el hombre de oro que venía a Buenos Aires y nos llevaba cosas que en Tucumán no había. Usaba las palabras de Tucumán para pedir cosas en Buenos Aires y los vendedores no le entendían; una vez pidió "cien bolillas y tres yutas"; tuvo que explicar que quería bolitas y bolones, como se dice aquí. Siempre decía cuando le gustaba algo, una comida por ejemplo, que para el 3 de abril lo íbamos a tener. Hoy es 3 de abril y no lo tenemos a él. Pero es mi padre, mi viejo, el que siempre estará en el corazón de sus hijos, los que lo quisieron tanto y que lo ven de nuevo, cada vez que una estrella nos mira desde el cielo.
Anoche lo vi en un sueño; un tren se me vino encima y lo esperé con ansias; lo quise detener y se iba. El tren era una luz veloz que cruzaba la noche. El tren de luz era el recuerdo de mi padre. Mi sueño era mi deseo de tenerlo aquí y la luz que me iluminó era su amor eterno.
Feliz cumpleaños, papá; que lo cumpla muy feliz. 

martes, 2 de abril de 2013

Malvinas, 31 años después



Juan López y John Ward
(Jorge Luis Borges  - Los Conjurados - 1985)


Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada

uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un

pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una

mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios,

de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los

cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;

Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father

Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había

sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara

a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los

dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los
conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no

podemos entender.


 
Este poema se publicó por primera vez en el Suplemento Cultura y Nación de Clarín,
el 26 de agosto de 1982.