martes, 2 de enero de 2018

El Dr. Piqué


Después de la triste y movilizante noticia de ayer, de la partida del amigo Hachi Piqué y mirando la foto de la última reunión que compartimos en octubre de 2010 en Nueva Esperanza, busqué entre mis recuerdos alguna anécdota que hubiéramos tenido con el querido amigo El Tero Piqué. Encontré varias, como las de las noches en Tafí Bar, de los bailes en Catacumba, de las largas charlas y amanecidas en la Avenida; o cuando vino a mi casa cuando yo cumplía 18 años y se mandó unos de esos discursos que solo él sabía al momento de los brindis, haciendo resaltar la amistad y la unión de los grupos de amigos.
Pero esta mañana recordé la anécdota perfecta que pasé con el amigo Hachi y la misma provino de la involuntaria coincidencia de estar sentado yo en el sillón del dentista. Resulta que cuando Hachi estaba estudiando en la facultad su carrera de odontólogo me dijo que si yo tenía algún problema en mi salud bucal él podía llevarme de “paciente de muestra” y arreglarme lo que fuera necesario.
Y así fue. Un día fuimos a la facultad, que estaba cerca del Parque 9 de Julio, y entramos a una sala gigantesca llena de dentistas y sillones. Yo casi pego la vuelta y salgo de raje por el parque. Pero ya estaba en el baile y había que bailar. Él me hizo sentar en un lugar y se fue. Al rato vino con otros médicos que eran los profesores, agarró sus instrumentos, el espejito y el mágico ganchito, me hizo abrir la boca y empezó a explicarles en ese difícil lenguaje profesional qué tenía yo y qué me iba a hacer él. A mí me corría un frío por la espalda, pero estaba firme allí, esperando que el amigo se luciera.
Y así lo hizo el futuro (en aquel momento) Dr. Piqué. No sé o no recuerdo en detalle el arreglo que me hizo, pero usó toda su sapiencia, su paciencia y toda su aplicación para hacerme sentir bien. Los profesores le dijeron que estaba muy bien lo que había hecho y nos fuimos. Desde entonces, cada vez que voy al dentista recuerdo cuando me atendió mi amigo en la facultad de Tucumán.
En realidad, la ida al dentista genera en mí muchos espacios de enseñanza y recuerdos. Enseñanza por otros hechos que no vienen ahora al caso; y recuerdos por las cosas lindas que pasé aquella vez con el amigo Hachi Piqué. Ahora que sé que él ya no atiende más, quiero contarles a todos el gesto que él tuvo conmigo y lo agradecido que estoy, hoy en esta vida y siempre que mire al cielo, donde él estará con su espejito y su ganchito.

Adiós amigo.

Julio San Martín
CABA, 02 de enero de 2018

lunes, 1 de enero de 2018

Oda al primer día del año . Pablo Neruda

Pablo Neruda
Oda al primer día del año
Tercer libro de odas, 1957.
Leído por Luigi Maria Corsanico
Miroslav Tadic, The Ways of Trains
Lo distinguimos
como si fuera un caballito
diferente de todos los caballos.
Adornamos su frente con una cinta,
le ponemos al cuello cascabeles colorados,
y a medianoche vamos a recibirlo
como si fuera explorador que baja de una estrella.
Como el pan se parece al pan de ayer,
como un anillo a todos los anillos:
los días parpadean claros, tintineante, fugitivos,
y se recuestan en la noche oscura.
Veo el último día de este año
en un ferrocarril, hacia las lluvias
del distante archipiélago morado,
y el hombre de la máquina,
complicada como un reloj del cielo,
agachando los ojos a la infinita
pauta de los rieles,
a las brillantes manivelas,
a los veloces vínculos del fuego.
Oh conductor de trenes
desbocados hacia estaciones negras de la noche.
Este final del año sin mujer y sin hijos,
no es igual al de ayer, al de mañana?
Desde las vías y las maestranzas
el primer día, la primera aurora
de un año que comienza
tiene el mismo oxidado
color de tren de hierro:
y saludan los seres del camino,
las vacas, las aldeas,
en el vapor del alba,
sin saber que se trata
de la puerta del año,
de un día sacudido
por campanas,
adornado con plumas y claveles,
La tierra no lo sabe:
recibirá este día
dorado, gris, celeste,
lo extenderá en colinas,
lo mojará con flechas
de transparente lluvia,
y luego lo enrollará
en su tubo,
lo guardará en la sombra.
Así es, pero
pequeña
puerta de la esperanza,
nuevo día del año,
aunque seas igual
como los panes a todo pan,
te vamos a vivir de otra manera,
te vamos a comer, a florecer,
a esperar.
Te pondremos como una torta
en nuestra vida,
te encenderemos como candelabro,
te beberemos
como si fueras un topacio.
Día del año nuevo,
día eléctrico, fresco,
todas las hojas salen verdes
del tronco de tu tiempo.
Corónanos
con agua,
con jazmines abiertos,
con todos los aromas
desplegados,
sí,
aunque sólo seas un día,
un pobre día humano,
tu aureóla palpíta
sobre tantos cansados corazones,
y eres, oh día nuevo,
oh nube venidera,
pan nunca visto,
torre permanente!