En mi época no estaba ese cruce peatonal como así tampoco el semáforo; por eso he tenido vertiginosos cruces a la avenida de una vereda a la otra; así uno podía salir de Tafí Bar y cruzar a Chiqué en dos patadas. O ver la primera película en el cine Alberdi y cruzar raudamente por esa esquina camino a ver la segunda del cine Metro. Pero más allá de los cambios, el manto oscuro de la noche y el abrazo de luz de las estrellas es el mismo. Eso también se veía de una vereda a la otra de la avenida, oscuridad en una y estrellas en la otra, o al revés.
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