miércoles, 29 de julio de 2015

Con el amigo Marino Nieva



"Si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptaré con alegría, y si no llego hasta que transcurran diez millones de años, esperaré alegremente también" (Walt Withman)
Con el amigo Marino en distintos momentos de la vida, en 1968 y en 2013; no ha pasado el tiempo para nosotros; sólo algunos días se han ido.

jueves, 16 de julio de 2015

Las palabras se han ido...



Hace mucho que no te leo, dijo ella. Siempre sigo tus escritos pero hace tiempo que no veo nada nuevo, siguió. Él buscó una respuesta rápido a ese inesperado reclamo y dijo: es que mis palabras se han ido a descansar y me dejaron solo. En cuanto vuelvan vas a saber de mí, prometió. Sin pensarlo se dio cuenta de su soledad, pero no solo eso, supo porqué se sentía solo. Es porque las palabras se han ido; no importa adónde ni a qué, lo que importa es que se han ido.

Ya conociendo el problema, una tarde apacible de un día gris de invierno, se sentó frente a su ventana y miró las tipas. Observó las frondosas copas de hojas verdes de la avenida Coronel Díaz y recordó el día que las había visto por primera vez. Miró también el tronco y las ramas que luchan contra el tiempo y entendió cómo los años deforman el cuerpo y las fuerzas huyen hacia todos los componentes de la materia.

Las tipas lo habían distraído de su pensamiento aquella sosegada tarde; se había sentado a esperar la vuelta de sus palabras. Entre tipa y tipa no había venido ninguna. Llegó la noche y él seguía frente a su ventana. De pronto las hojas verdes se movieron de una manera distinta a cuando el viento las lleva. Se habían agitado de asombro, porque las palabras “te quiero” daban vueltas sobre ellas.

Él se había dormido, cansado de esperar, el sueño le ganó la pulseada; pero las hojas de la tipa se deslizaron por la ventana y una de ellas tocó su cara. Su sueño profundo no lo dejaba  despertar, el teatro de su mente dormida no lo dejaba volver a la vigilia; soñaba con ella, la veía caminar por Coronel Díaz entre la gente desconocida y él iba por atrás hasta que la alcanzó y le tocó el hombro.

Ella se dio vuelta y lo miró; allí las hojas lo despertaron y le acercaron las palabras “te quiero”; él las tomó y mirándola a los ojos le dijo: mis palabras han vuelto, justo en este momento mezcla de realidad y alucinación, para decirte lo que siempre soñé. 

Julio San Martín
Buenos Aires, 16 de julio de 2015