viernes, 22 de febrero de 2019

Oda al piso de mi casa




Oda al piso de mi casa.






When I was a child,
I used to...

Cuando
yo era niño,
me acostaba
en el piso
de la cocina 
de mi casa.

En esos días
de tanto calor,
la cocina, que 
tenía el techo
de chapas,
era un horno 
inmenso.
Igual que 
el horno 
de barro
que teníamos
en el fondo
de la casa.

Las siestas
calurosas de
Tafí Viejo
tenían un
único lugar
fresco: el piso
de la cocina
de mi casa.

Las baldosas
eran fresquitas.
Y, al acostarme,
ahí sentía
el fresco verdor
de El Nogalar.
Todos descansaban 
a esa hora,
y yo me sentía
muy feliz,
mirando el techo.

A veces,
pasaba la vista
hasta el cielo.
Allí subía yo
con mi fresca mirada
y me quedaba
a la sombra
de las nubes blancas.

A veces, ellas iban
hacia el cerro,
y me llevaban...

¡Que me lleven
de vuelta pronto.
Quiero volver
a la cocina.
al piso, a la casa,
a las baldosas
frescas
de mi pueblo! 


Julio San Martín
CABA, 16/11/2017


Oda a las cosas rotas




Se van rompiendo cosas 
en la casa 
como empujadas por un invisible 
quebrador voluntario: 
no son las manos mías, 
ni las tuyas, 
no fueron las muchachas 
de uña dura 
y pasos de planeta: 
no fue nada y nadie, 
no fue el viento, 
no fue el anaranjado mediodía 
ni la noche terrestre, 
no fue ni la nariz ni el codo, 
la creciente cadera, 
el tobillo, 
ni el aire: 
se quebró el plato, se cayó la lámpara, 
se derrumbaron todos los floreros 
uno por uno, aquél 
en pleno octubre 
colmado de escarlata, 
fatigado por todas las violetas, 
y otro vacío 
rodó, rodó, rodó 
por el invierno 
hasta ser sólo harina 
de florero, 
recuerdo roto, polvo luminoso. 
Y aquel reloj 
cuyo sonido 
era 
la voz de nuestras vidas, 
el secreto 
hilo 
de las semanas, 
que una a una 
ataba tantas horas 
a la miel, al silencio, 
a tantos nacimientos y trabajos, 
aquel reloj también 
cayó y vibraron 
entre los vidrios rotos 
sus delicadas vísceras azules, 
su largo corazón 
desenrollado.
La vida va moliendo 
vidrios, gastando ropas, 
haciendo añicos, 
triturando 
formas, 
y lo que dura con el tiempo es como 
isla o nave en el mar, 
perecedero, 
rodeado por los frágiles peligros, 
por implacables aguas y amenazas.
Pongamos todo de una vez, relojes, 
platos, copas talladas por el frío, 
en un saco y llevemos 
al mar nuestros tesoros: 
que se derrumben nuestras posesiones 
en un solo alarmante quebradero, 
que suene como un río 
lo que se quiebra 
y que el mar reconstruya 
con su largo trabajo de mareas 
tantas cosas inútiles 
que nadie rompe 
pero se rompieron.
Pablo Neruda

viernes, 15 de febrero de 2019

La poesía es un oficio, Pablo Neruda.




Fue en Lota, hace muchos años. Diez mil mineros habían acudido al mitin. La zona del carbón, siempre agitada en su secular pobreza, había llenado de mineros la plaza de Lota. Los oradores políticos hablaron largamente. Flotaba en el aire caliente del mediodía un olor a carbón y a sal marina. Muy cercano estaba el océano, bajo cuyas aguas se extienden por más de diez kilómetros los túneles sombríos en que aquellos hombres cavaban el carbón.
Ahora escuchaban a pleno sol. La tribuna era muy alta y desde ella divisaba yo aquel mar de sombreros negros y cascos de mineros. Me tocó hablar el último. Cuando se anunció mi nombre, y mi poema “Nuevo canto de amor a Stalingrado”, pasó algo insólito, una ceremonia que nunca podré olvidar.
La inmensa muchedumbre, justo al escuchar y el título del poema, se descubrió silenciosamente. Se descubrió porque después de aquel lenguaje categórico y político, iba a hablar mi poesía. Yo vi, desde la elevada tribuna, aquel inmenso movimiento de sombreros: diez mil manos que bajaban al unísono, en una marejada indescriptible, en un golpe de mar silencioso, en una negra espuma de callada reverencia.
Entonces mi poema creció y cobró como nunca su acento de guerra y de liberación.

Pablo Neruda – Confieso que he vivido (ED. Seix Barral) – Capítulo 11, “La poesía es un oficio”, página 313.   

jueves, 14 de febrero de 2019

Farewell (Despedida)

 


Entrada a Tafí Viejo,Tucumán, Argentina

Farewell

1
DESDE el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.
2
Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.
3
Amo el amor de los marineros
que besan y se van.
Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.
4
Amo el amor que se reparte 
en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno 
y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse 
para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca 
Amor divinizado que se va.
5
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos, 
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada 
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos 
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame, 
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste. 
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
 ...Desde tu corazón me dice adiós un niño. 
Y yo le digo adiós.
Del libro Crepusculario. Extraído de Antología fundamental.Santiago de Chile. Pehuén Poesía. 1988. Selección de Jorge Barros. 1.ª ed.pp. 31-33.

miércoles, 13 de febrero de 2019

15:17 Tren a París (Clint Eastwood, 2018)




Película: 15:17 Tren a Paris (Clint Eastwood, 2018)
En agosto del año 2015, tres turistas estadounidenses frustraron un ataque terrorista en un tren que se dirigía a París. Su heroísmo salvó la vida de las más de 500 personas que realizaban el mismo trayecto que ellos.
Clint Eastwood consideró que esas mismas tres personas podían ser los protagonistas del filme y así lo hizo, para demostrar como gente común puede convertirse en héroe en una circunstancia extraordinaria.
El hilo de la trama se resume en una pregunta que uno de los amigos protagonistas le hace al otro: ¿a veces sientes que la vida te conduce hacia algo?, ¿hacia un propósito mayor?
Mi calificación: 10 avenidas.

sábado, 2 de febrero de 2019

Los oficios del jubilado - El asistente de la mesita


La ceremonia está por comenzar, todas las personas y las cosas tienen su lugar. Los monaguillos, las personas que leen y las que cantan, el cáliz y el ofertorio también. Las ofrendas, el pan y el vino, prolijamente ordenadas están puestas en su mesita que se encuentra en el medio del pasillo de la nave principal. Al lado de la mesita está el señor cuyo oficio de jubilado quiero homenajear.
La misa va a comenzar, el celebrante hace una seña a la señora que canta y ésta indica qué número es la canción que va a interpretar para que los asistentes la busquen en sus cancioneros. Empieza la canción “Yo soy el camino” y el celebrante ingresa. Se dirige al altar por el pasillo, el jubilado está atento a la cercanía del padre. De pronto se levanta, toma la mesita de ofrendas y la corre hacia él; así el celebrante tiene el camino libre (ya que está cantando “yo soy el camino firme…”) y, cuando pasa, el jubilado vuelve a poner la mesita en su lugar.
Llega el momento de las ofrendas, hay dos personas que se dirigen al ofertorio, toman las ofrendas y las llevan al altar. Presto el asistente de la mesita se levanta, dobla prolijamente el pequeño mantel blanco, lo pone bajo el brazo, toma la mesita, la levanta y la lleva a otra parte de la iglesia. Fin del trabajo del asistente.
Salvando las distancias con los jóvenes trabajadores en actividad, la presencia de este encargado de la mesita en la celebración es de vital importancia. Como los que ahora trabajan, el asistente de mesita tiene que cumplir un horario, éste es, por los menos de una hora; tiene su lugar de trabajo, el cual es la iglesia del Padre Pío en Mar del Plata; tiene su puesto, se ubica justo a la par de la mesita; y tiene varias responsabilidades, mantener despejado el camino del cura, corriendo la mesita, volverla a su lugar, doblar el mantel y retirar la mesita. Todo ello tiene un tiempo exacto de desarrollo.
 ¡Que buen trabajo el este jubilado! Ojalá yo me jubilara y tuviera una tarea así. Si así fuera, qué mejor lugar que ése para darle gracias a Dios y, de paso, pedirle para que los pequeños oficios mantengan siempre su importancia. De ese modo, los ojos atentos de los que quieren mantenerse ocupados, estarán siempre en acción.


Julio San Martín
CABA, 2 de febrero de 2019