Es 1 de septiembre de 1981, me
encuentro trabajando en mi escritorio en la empresa que fabrica remeras, ubicada
en Gurruchaga al 800 de esta ciudad. Tengo mi calculadora Cifra con el rollo de
papel nuevo. Sumo los saldos de las cuentas de Activo, saco el total, corto la
tira de suma y la guardo para que la revise la Auditoria Contable.
Es mi rutina de trabajo en este día
luminoso en Villa Crespo. El sol entra por el ventanal y da la claridad a este
día de los fines del invierno. Miro mi
taco calendario. El 1 de septiembre es un comienzo más de mes, pero decido que
será el mejor. Corto el texto del día y del mes. Lo pego en la parte superior
de mi calculadora Cifra.
Ella trabaja conmigo. Está en el
escritorio al lado de la puerta del jefe. La miro, me mira. Sus ojos verdes
brillan más que el sol. Se levanta y viene hacia mí. Toca el texto pegado en la
calculadora y me dice: es el mes que más me gusta.
Así empezó septiembre de 1981, el mes que no olvido.
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