Que lindo día de sol tuvimos; tarde de helados en la tradicional heladería de los ricos cucuruchos.
Cuando yo trabajaba en Fainco SA conocí la heladería Scannapieco. Yo salia a caminar en la hora del almuerzo por la calle Gurruchaga hasta Córdoba y paraba en la heladería a disfrutar de algo rico. A veces iba solo, otras veces con algún compañero o compañera de trabajo y pasabamos un pequeño recreo.
Me fui de ese barrio cuando cambié de trabajo. Después pasé algunas veces por la heladería hasta que desapareció. El avance de los outlets del barrio cambiaron la ropa fashion por los cucuruchos. Pasó el tiempo, y no la vi más. Hasta que supe, a través de las redes sociales, que Scannapieco estaba de vuelta.
Una tarde la encontré, lejos de donde yo la conocía y allí volví a saborear mi cucurucho de granizado y limón. Esta vez la vi con su impronta de siempre. Con sus nuevas paredes que han traido los secretos de siempre. Aquellos que saben de algunas mesas donde jovenes parejas soñaron su amor.
Esas parejas habitan en esas mesas nuevas, pero no se los ve a simple vista. A veces no van juntos, o los recuerdos no los tienen juntos. Un día estuvo él, solo mirando por la ventana. Pero ella tadavía no vino.
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