viernes, 4 de mayo de 2012

Ulises, prohibido escuchar, hay que resistir




Cuando Ulises decidió dejar Troya para volver a Ítaca, su tierra, debió pasar por muchas situaciones que le fueron marcando que el camino del regreso no sería nada fácil. Este es el símbolo de la lucha del ser humano por llegar a lo que quiere ser, se encuentra en un camino lleno de tropiezos donde uno debe saber elegir y decidir.

En su camino de vuelta, Ulises tuvo que pasar por la isla de las sirenas; una adivina le había dicho que no fuera por allí, pero Ulises, el hombre que todo lo quería conocer no le hizo caso.


Las sirenas tienen cuerpo de pájaro y cabeza de mujer. Viven en una isla rodeada de cadáveres y esqueletos de barcos. ¿Por qué?. Fácil, su canto es tan extraordinario que el que lo escucha solo desea alcanzarlas y claro, se estrella con barco y todo contra las rocas de la isla. Y si alguno sobrevive ya se encargan ellas de matarlo.

Ulises ya está prevenido. Hace que sus compañeros se tapen los oídos con cera. Él les pide que le aten al palo mayor y que no le suelten por más que suplique. Él es demasiado curioso. Necesita saberlo todo, conocerlo todo y no le importa poner en peligro su vida. Ulises escucha el canto de las sirenas. Le hablan de sus alabanzas, de sus aventuras y él hubiese querido arrojarse al mar para llegar hasta ellas.

Pero no lo hizo, no cayó en la tentación y siguió su viaje. Le hubiera gustado ser atraído por las sirenas, pero su voluntad no se lo permitió.

Todos tenemos mucho de Ulises.


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