domingo, 20 de enero de 2013

Café con perejil




A una cuadra de la cancha de Boca, donde uno tiene que esperar tenso los últimos minutos antes de entrar  a ver el partido; allí donde la ansiedad gana terreno y el hincha siente que ya debe estar adentro, casi no se encuentra un lugar donde tomar un café.

Mi recorrido hacia el estadio comienza cerca del Parque Lezama. Con el caminar apurado se pueden encontrar algunos lugares donde se podría tomar un café; como el bar que está enfrente del Hospital Argerich, pero no lo recomiendo. Hay en una esquina un Bar y Restaurant donde también se podría ir; pero tampoco está en mi lista de sugerencias; antes de eso está la estación de servicios de YPF, pero el día del partido esta estación es como la que está en medio de la Ruta 2 en Dolores y se  siente como si fuera el día de recambio de la temporada de Mar del Plata, en los buenos tiempos, no ahora. Unas cuadras más adelante tenemos el café Paris, casi como el Bar del Turco en la película Un Oso Rojo, de Julio Chavez, pero es igual al de la película; sólo falta Rene Lavan.

Hace un tiempo, en la esquina de Pérez Galdós y Almirante Brown estaba La Farola de la Boca; hoy el modelo económico imperante se la ha cargado y ahora hay okupas que cada tanto salen en la tele cuando están por ser desalojados. Ya llegamos a la calle Pinzón y tenemos que doblar a la derecha;  a esta altura, se han terminado los bares; si uno tiene ganas de saborear el cafeto, tendrá que esperar a ingresar al Templo del Fútbol.

Sin embargo, un buen buscador de café, como sería el “Google” de los reductos cafeteros, busca y encuentra. Y así lo hice; recorrí los kioscos de las inmediaciones y, en medio de los muchachos que piden birra, vino, tetra y porrón, empecé a preguntar si preparaban café.  En algunos lugares me dijeron “no” con sólo mirarme; en otros me respondieron mirándome como si yo fuera un AVATAR.

Hasta que di con el lugar acertado. Un pequeño kiosco que está en la ventana de una casa; tiene una reja marrón y un cartel que dice “no se venden cigarrillos”, como educando a la parcialidad boquense. Una señora muy atenta me atendió y respondió afirmativamente a mi pregunta que, a esa altura, ya iba con pocas pilas, con dejo de bajón.
-          Lo quiere sólo o cortado, pregunta la señora.
-          Solo, respondo.
-          Con crema, pregunta.
-          No, solo, respondo.
-          Con azúcar o edulcorante, sigue el cuestionario básico de la venta de un café.
-          Edulcorante.
-          Ahora se lo traigo, dice ella.

Miro a mí alrededor; hay gente que camina hacia Brandsen, otros con rumbo Casa Amarilla; la Boca es así, mucha gente por todos lados y todos caminan para lugares distintos. Cada uno sabe muy bien adónde va.
-          Aquí está su cafecito.
-          ¿Cuánto es?
-          Seis pesos.
-          Bárbaro, gracias.

Agarro el vasito y veo que el café está en movimiento, hace círculos; es como que la señora lo traía revolviendo para entregármelo. Qué buen café, pensé; qué aroma, sentí. Miré los círculos que hacía cada vuelta del café y vi que en medio de los círculos concéntricos que se formaban en cada giro, había dos cositas verdes chiquititas. Seguí con la vista esas cositas estudiándolas para saber qué eran. No lo logré en movimiento; cuando el café se detuvo, como yo también lo había hecho (me había parado en la esquina mirando fijamente el vasito), me di cuenta de que las cositas verdes eran pedacitos de hojitas de perejil.

Me hubiera gustado estar en esa esquina con Funes, el memorioso protagonista del cuento de Borges; el que había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués y el latín; es posible que él, con su memoria sin pensamiento, hubiera encontrado la explicación a las hojitas de perejil dentro del pocillo, dando vueltas desenfrenadas hasta converger en un punto: el medio.

Tal vez, la cucharita que la atenta señora utilizó para revolver antes había servido para “emplatar” alguna comida con perejil picado; o quizás, sea ése el toque de distinción del café que se encuentra donde no hay bares que sirvan café.

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