jueves, 17 de enero de 2013

La vereda del mar




Cual los Incas en las alturas de las montañas lejanas, el mar también ha preparado una vereda para que caminen los sueños. Ayer he visto a uno ir y venir con los brazos cruzados marcando cada paso con un pensamiento marino. Podía verse a su alrededor, esparcidos entre la explosión de la espuma salada, el deseo de armonía inspiradora para sus versos; era un poeta que buscaba que las olas le trajeran la inspiración.

Hoy he visto a otro saltando de a dos los musgos del piso. Mientras saltaba, una nube se acercaba a él y le daba un aire fresco de aliento; era un amante ansioso por saber si el agua le traería alguna botella con su mensaje de amor. Deseaba que la buena nueva llegase desde el Sur; de las heladas aguas australes también pueden llegar noticias ardientes de espera. Se acercó al agua mojando su pecho latente y vio que las algas le alcanzan algo. Lo tomó y leyó expectante, el texto se transformó en voz y le dijo: “me muero por vos”.

Mañana iré de nuevo a caminar por la vereda del mar; no iré a ver qué hacen los demás, pero iré sabiendo que seré un poeta y un amante. Así entre los dos tendremos poesía, armonía en los versos, aire de nubes, latidos de amor en el pecho y algún esperado mensaje de amor en el agua salada.

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