Este regionalismo es difícil de explicar pero como a mí me
gustan los grandes desafíos, voy a intentarlo. Antes que nada, tenemos que leer
bien la expresión y practicar su pronunciación. Y diai, y diai, y diai… son dos
palabras que se utilizan siempre ambas y siempre en ese orden.
Con este modismo de estricto uso taficeño, uno puede efectuar
tanto una interrogación como una admiración. Primer ejemplo, uno llega a la
esquina de la Balcarce y la Avenida, donde lo está esperando un amigo y le
dice: ¿y diai?, el amigo le dice, bien nomás. Este es el uso en la
interrogación.
Vamos a usarlo ahora en la admiración. Uno le dice al mozo,
un café con leche con tres tortillas chatas; muy bien, dice el mozo y se va.
Pasa un rato, uno mira la Avenida para un lado, para otro; ve el pie del cerro,
donde parece que los árboles de la avenida empiezan a subir por su falda. Mira
la avenida para el otro lado y ve, a lo lejos, la quieta estación de trenes.
Saluda amigas, amigos que pasan por la platabanda o por la
vereda y el café con leche no viene. Menos las tortillas. Entonces se levanta,
busca al mozo entre la gente que camina por la galería (estamos en Tafí Bar, en
el ejemplo), uno está levantando el cogote para ver por encima de todos, como
pollo adentro de un balde; y lo ve al mozo que se acerca, pero sin la bandeja.
Entonces, uno aplica la forma de admiración de la expresión y le dice: che, ¡y
diái! Ya viene, dice el mozo. Lo que pasa es que se habían terminado las
tortillas y mandamos a comprar, pero había sólo altas, ¿las quiere igual?, sí,
dice uno. En el uso con sentido de admiración, puede verse también un aire de
enojo.
Mientras está tomando el café con leche, llega un amigo y se
sienta con uno. Es un amigo que tiene algunos problemas de amores y empieza a
contar su historia.
-”Yo le he dicho que la
quiero, que la extraño, que quiero que venga, pero ella…”
Hace un silencio y suspira, pero no habla; entonces uno,
ansioso e intrigado, usa la expresión en interrogación y admiración al mismo
tiempo: ¡¿ y diai?!
El léxico futbolero recepta los vocablos o expresiones de
variada especie; y forma un género específico aplicable a todas las instancias
de un partido. Una de ellas es la cargada, es la burla al rival al que se ha
vencido. En este universo también se usa el término que hoy estamos analizando.
No me gusta mucho el ejemplo, pero para ser contemporáneo con el hoy del futbol
tucumano, usaré éste: un “ojitos verdes” de Atlético, cuando el decano le ganó
a Boca, desafió al pueblo de La Ciudadela, sucursal Tafí, diciéndole:
-“¿y diái?, sucielys!
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