Feliz día del trabajador
Al señor encargado del edificio donde vivo que está desde muy temprano limpiando; a los repartidores de mercaderías que venden el Chino y Carrefour; a los colectiveros que doblan raudos en Gallo; a los taxistas que miran impacientes las veredas a ver si alguien los llama; a los obreros de la obra de la esquina que llegan a su lugar de trabajo; a la cafetera que recorre las aceras con su carro con termos y facturas; al vendedor de diarios que ofrece, entrega, cobra y da el vuelto en el tiempo que el semáforo cambia su luz de color; a los empleados de la farmacia que ya están atendiendo aún con la persiana baja; a los empleados del garage de Pompeya que me reciben y cuidan de mi auto; al florista que a primera hora está sacándole las espinas a los tallos de las rosas, después le saca los pétalos mustios y las envuelve en un papel celofán para después esas bellezas adornen algún amor; a los señores de la vigilancia que abren el portón grande de los camiones; a los muchachos del depósito que ya están ordenando los pallets cuando yo llego; a la gente de facturación; a la recepcionista; a los motoqueros que ya traen los sobres; a la gente de administración que empieza temprano; a los de impuestos que desde la primera hora leen las novedades; a los de pagos que organizan el día de salida de fondos; a los de cobranzas que planean a que clientes visitar; a los de costos; los de sistemas; de administración comercial; de operaciones; de tráfico; de mesa de entradas; de seguridad; a los choferes que traen y llevan mercaderías; a las mozas de La Rumba, a los chicos y chicas del delivery de La Monumental; al cocinero de allí; a todos los vendedores de la avenida Saenz; a los que regresan de sus trabajos en los colectivos trenes y subtes; a los parientes de todos nosotros que también pasan sus días en el trabajo; a los médicos, peluqueros, dentistas, radiólogos, abogados colegas contadores; jugadores de fútbol que trabajan para hacernos felices; a los poetas que dedicaron sus versos a los hombres trabajadores; a los artistas que representan obras de arte de trabajadores de las letras, la música y la pintura. A todos los que trabajaron antes que nosotros para dejarnos sus lugares; a todos ellos los trabajadores del tiempo eterno del quehacer diario; a todos los que suman día a día un esfuerzo más hacia el supremo bienestar a través de la lucha a veces desigual; a todos los que ponemos el hombro por nuestras familias, amigos, colegas, padres, madres, hermanos, vecinos y conocidos, les deseo la mayor felicidad en su día y que su deseo sea el motor del empeño para lograr todos sus sueños.
Al señor encargado del edificio donde vivo que está desde muy temprano limpiando; a los repartidores de mercaderías que venden el Chino y Carrefour; a los colectiveros que doblan raudos en Gallo; a los taxistas que miran impacientes las veredas a ver si alguien los llama; a los obreros de la obra de la esquina que llegan a su lugar de trabajo; a la cafetera que recorre las aceras con su carro con termos y facturas; al vendedor de diarios que ofrece, entrega, cobra y da el vuelto en el tiempo que el semáforo cambia su luz de color; a los empleados de la farmacia que ya están atendiendo aún con la persiana baja; a los empleados del garage de Pompeya que me reciben y cuidan de mi auto; al florista que a primera hora está sacándole las espinas a los tallos de las rosas, después le saca los pétalos mustios y las envuelve en un papel celofán para después esas bellezas adornen algún amor; a los señores de la vigilancia que abren el portón grande de los camiones; a los muchachos del depósito que ya están ordenando los pallets cuando yo llego; a la gente de facturación; a la recepcionista; a los motoqueros que ya traen los sobres; a la gente de administración que empieza temprano; a los de impuestos que desde la primera hora leen las novedades; a los de pagos que organizan el día de salida de fondos; a los de cobranzas que planean a que clientes visitar; a los de costos; los de sistemas; de administración comercial; de operaciones; de tráfico; de mesa de entradas; de seguridad; a los choferes que traen y llevan mercaderías; a las mozas de La Rumba, a los chicos y chicas del delivery de La Monumental; al cocinero de allí; a todos los vendedores de la avenida Saenz; a los que regresan de sus trabajos en los colectivos trenes y subtes; a los parientes de todos nosotros que también pasan sus días en el trabajo; a los médicos, peluqueros, dentistas, radiólogos, abogados colegas contadores; jugadores de fútbol que trabajan para hacernos felices; a los poetas que dedicaron sus versos a los hombres trabajadores; a los artistas que representan obras de arte de trabajadores de las letras, la música y la pintura. A todos los que trabajaron antes que nosotros para dejarnos sus lugares; a todos ellos los trabajadores del tiempo eterno del quehacer diario; a todos los que suman día a día un esfuerzo más hacia el supremo bienestar a través de la lucha a veces desigual; a todos los que ponemos el hombro por nuestras familias, amigos, colegas, padres, madres, hermanos, vecinos y conocidos, les deseo la mayor felicidad en su día y que su deseo sea el motor del empeño para lograr todos sus sueños.
Buen día Julio! me sorprende que no haya comentarios en sus post, son muy interesante y llenos de sensibilidad, llegué hasta aquí como suele pasarme mientras "navegaba" dejándome llevar, el primer puerto fue Tafí Viejo Fotos Históricas, y así llegué, soy también una taficeña que vive en Buenos Aires, Palermo para más exactitud, me gustó sobre todo el poema de Neruda para el padre ferroviario. Gracias por compartir
ResponderEliminarGracias, Feli por su comentario. Me alegra que le haya gustado; el poema de Neruda que usted menciona es uno de mis preferidos por todo lo que encierra y, para los que venimos de tierra ferroviaria, nos dice todavía más. Yo estoy cerca de Palermo, así que somos vecinos; desde ahora más cercanos por este espacio. Saludos.
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