Que se termine en Boca lo
del equipo alternativo, lo de los pibes, lo de la mala racha, lo de
recibir goles a los 45 segundos o a los 3 minutos; lo de sufrir dos
goles en el primer tiempo; lo de terminar los primeros tiempos sin ni
siquiera descontar; lo de empezar apocado el segundo tramo del
partido sin miras de descontar y recibir, encima el tercero en
contra. Este es mi deseo, que todo eso llegue a su fin, para que los
hinchas de Boca como yo, vayamos y volvamos felices de la cancha.
Deseo ir a la cancha de
local esperanzado en ganar y ver al equipo buscar el triunfo desde el
minuto cero; que el rival sienta que está jugando contra Boca; que
las camisetas de nuestros corazones estén más mojadas que las de
ellos; que la pelota vaya siempre para el área rival y que se la
empuje con fuerza, con bronca y con hambre de gol. Deseo que se
terminen esos pases laterales del 2 al 6, del 6 al 3 y del 3 al 2 de
nuevo para que se la tire otra vez al 4.
El fútbol, amigo
Bianchi, tiene que jugarse hacia adelante; desde donde se esté
parado en el campo de juego; mejor dicho, Boca tiene que ir siempre
adelante. Que cada pelota que se dispute sea la de la final de la
copa del mundo, y que se trate de ganar. En ese instante en que se
pelea el juego no ayuda la historia del equipo más grande, o del
técnico más ganador, o de la mala racha; importa ganar esa pelota y
avanzar.
Si se van a jugar dos
campeonatos, el local y la Copa Libertadores, hay que tener dos
equipos competitivos para eso; no hay que dar ventajas en ninguno de
los dos; el equipo siempre debe ser Boca, el más temido. Aquí
pienso que la dirigencia actual juega con nosotros los socios y con
los hinchas; nosotros somos los que pagamos la cuota social y los que
vamos a la cancha; haga frío o calor, sea el día y la hora que sea,
a dejar que la policía te trate como a un perro a tres cuadras de la
cancha; a que te hagan dejar el diario antes de entrar o que no te
permitan el ingreso de una tortita negra que uno lleva para hacer una
colación futbolística; a estar parado y apretado durante mucho
tiempo; a esperar a que a la cana se le de por dejarte salir; y
encima de todo eso, que el equipo pierda y que sea vapuleado por el
rival. Basta de todo eso, señores Bianchi, Angelicci y todos los
demás de la comisión directiva. Pienso que el club debiera retribuir todo lo que el hincha hace con un despliegue de alternativas que favorezcan siempre al equipo; si se necesitan jugadores para el torneo local, que se compre los que sean necesarios; y si se requiere experiencia para una copa internacional que se busquen jugadores que cumplan con esos requisitos. Que se termine la improvisación y que el que vaya a jugar de cuatro que sea cuatro; que si el proceso de las inferiores no destaca un seis en ese puesto tan difícil, que se lo traiga urgente de cualquier lado. Basta de pichuleo, señores que manejan el club.
La historia siempre nos
va a mostrar el camino, veamos: cuando Cayo Julio César fue nombrado
Pontifex Maximus, su nuevo cargo vino marcado por el escándalo; su
esposa Pompeya Sila era la responsable de la organización de los
ritos de la Bona Dea en diciembre, que era una liturgia femenina
excusivamente. Durante una de las celebraciones, un jover líder
demagogo, Publio Clodio Pulcro, consiguió entrar a la casa
disfrazado de mujer movido por el lascivo propósito de yacer con
Pompeya. En respuesta a este sacrilegio, del cual ella no era
culpable, Pompeya recibió una orden de divorcio.
César admitió en
público que él no la consideraba responsable, pero justificó su
acción con la célebre máxima:
La mujer del César no
sólo debe ser honrada, además debe parecerlo.
Boca, el club de mis
amores, debe ser Boca en cualquier torneo y cualquier equipo que
salga a la cancha con la camiseta azul y amarilla, debe parecer Boca.
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