Ahora que se vuelve a usar el pañuelo en el bolsillo del saco del caballero, es el momento justo para esta producción de fotos. Mejor todavía si se celebra el triunfo de Boca, el dueño del clásico más grande de la Argentina; y el dueño también del fútbol y la pelota, más aún cuando se juega de visitante, en la cancha de ellos.
Cuando se viene de una semana sufrida de lesiones y enfermedades, de muchos dichos y habladurías por parte del técnico de ellos, diciendo que van a llenar la cancha con ochenta mil tipos y que no hay lugar para nosotros, es más sabrosa la victoria.
Entonces vale la pena el festejo; enaltece el grito del gol; destella la figura del azul y amarillo más allá del sol, el tibio sol de la tarde de primavera que además de calentar a los de River, hizo brillar el triunfo de Riquelme y sus muchachos en el campo de juego.
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