Habías arreglado con ella que la verías ese día. Fuiste con la emoción del primer encuentro; hiciste un largo camino que no conocías; cruzaste una rotonda, una fábrica muy grande; una vía, recorriste una calle al lado del tren; doblaste en una esquina solitaria y allí estaba la dirección. Avisaste que estabas; te miraron con desconfianza; le avisaron a ella; abrieron la puerta y entraste; diste dos pasos y la viste venir.
Ella camina con un paso estupendo, con los brazos cruzados y una sonrisa que encandiló al sol; te encontraste parado enfrente a ella; te miró y la miraste, sonrieron y se abrazaron. Que maravilla! Habías esperado ya no sabes cuánto tiempo para ese momento. Y ahora estabas allí, no podías decirle otra cosa más que "sos muy linda", ella sonreía y se ponía colorada. Escribir en el chat es fácil, se puede decir lo que sea, total las palabras se van por el espacio cósmico de la cibernética.
Esto no es igual; aquí estamos los dos frente a frente; estás linda, le digo otra vez; estoy más vieja, dice ella; vos pensás, si ella dice eso, qué queda para mí. Pero no importa, para vos está linda. No te salen las palabras porque estás encandilado; caminan un poquito juntos, uno al lado del otro hasta la puerta de salida; no han sido cinco minutos, pero la vida se te ha hecho eterna, como dice la poesía.
Ya te vas, ella te indica cómo salir al camino de regreso; no te ubicas nada en el recorrido porque la estás mirando y no hacés otra cosa que disfrutar. Cuando la conociste hace como diez años, te había gustado su simpatía mientras trabajaba y la sonrisa que siempre estaba en sus labios. Desde entonces, la habías "visto" solo por mails, chats o teléfono. Pero hoy llegó el día y la abrazaste, sentiste su cara en la tuya, sentiste sus manos frías y la escuchaste hablar con esa voz tan especial que tiene.
Volviste por el camino que habías ido. El sol radiante brillaba más que cualquier día. Sabías que te alejabas de ella, pero así había sido el plan, o la satisfacción para vos; le habías dicho el día anterior: con que yo te vea un minuto para mí estará bien; y así ha sido nomás. La viste, la abrazaste, la besaste en el saludo, sentiste la piel de su cara y de sus manos. Todo eso ha sido el cielo azul que ha bajado y los ha rodeado. El mismo cielo que ahora te acompaña en tu viaje de regreso; o no, no es el mismo cielo, no es el mismo sol de cuando ibas.
Ahora es más azul, el sol tiene más luz. Porqué?, porque la sonrisa de ella los hizo cambiar. A ellos colorearse e iluminarse, y a vos, vivir otra vez. Sin mirar atrás seguiste en el camino de vuelta; esperando el futuro con lo que vendrá; respiraste hondo, recordando su voz y su sonrisa; tu corazón, todavía inquieto, dijo: "hoy para mi, ha empezado la primavera".
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