Uno de los grandes placeres que he tenido en mi vida ha sido conocer Jujuy. Incierto lugar del norte en mucho tiempo para mi, tuve la dicha de conocer la ciudad y las grandes maravillas de su interior en el año 1995.
Traigo este recuerdo a mis palabras en este día, porque el 19 de abril del 2012 es el 419 aniversario de su fundación, en 1593 por parte de Francisco de Argañarás y Murgía. Es una ciudad donde la historia vive.
Allí he llevado a cabo mi trabajo de puesta un marcha una distribución de productos Tupperware, compartí hermosos momentos con mis compañeros de trabajo, conocí al "saludador", el señor de la puerta del restaurante Yun Kin que saludaba a todos los que llegaban allí; he celebrado mi cumpleaños comiendo humitas en una pensión del barrio San Antonio, he enseñado a contabilizar una rendición de fondo fijo, he comido picante de habas y de pollo; he visto Tilcara, Purmamarca, Humahuaca, la plaza General Belgrano con los monumentos de Lola Mora. He visto los paisajes de los cerros de colores, del cielo azul y de la gente que inspira al maestro Tizón en su escritura maravillosa.
Me ha quedado pendiente visitar Ocloya.
He tenido siempre admiración por el hecho histórico que caracteriza a esta provincia, el Exodo Jujeño. Este año se van a cumplir 200 años desde su realización. El país debería celebrar aquella gesta del pueblo que dejó todo siguiendo al gran General Belgrano.
"Me gusta Jujuy, mi Jujuy, cuando llueve..." dice la zamba que canta Tomás Lipán.
Así como tengo grabado en mi mente el nombre de un poema que un conductor del Festival del Limón en Tafí Viejo recitaba, "Señor Tucumán" era el título, se ha estampado en mí el lema de esta provincia plena de silencio, altura y amor, "Viva Jujuy".
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