Este pintor austríaco ha sido la figura más representativa del modernismo pictórico en el mundo de habla alemana. En 1897 fundó la Secesión Vienesa y llevó a la práctica su gran proyecto de pinturas murales alegóricas para la Universidad de Viena en las que advirtió a los críticos de un gran cambio en su estilo.
Esto suscitó duras críticas por las que el artista abandonó el encargo antes de terminarlo. De ese modo, se dedicó a crear los paisajes plasmados, sobre tela, con una concepción muy peculiar de la perspectiva en los que predominan las tonalidades verdes y figuras femeninas que constituyen lo más conocido y valorado de su produccíon.
Esto suscitó duras críticas por las que el artista abandonó el encargo antes de terminarlo. De ese modo, se dedicó a crear los paisajes plasmados, sobre tela, con una concepción muy peculiar de la perspectiva en los que predominan las tonalidades verdes y figuras femeninas que constituyen lo más conocido y valorado de su produccíon.
Su obra el Arbol de la Vida recoge la trayectoria vital del ser humano como un intrincado camino con múltiples intersecciones, una sucesión de anhelos que, en ocasiones se ven realizados y que definen la dirección que toma. El fin de la vida, la muerte, da sentido a la existencia, y por ello también está presente en el cuadro, representada por el pájaro negro.
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