Recuerdo que una vez, un hermano de Juan Román Riquelme había sido víctima de la "inseguridad social" y que el 10 de Boca estaba contestando preguntas a corresponsales de distintas radios. En ese momento, y transmisión en vivo mediante, se escuchó que el 10 recibía un llamado telefónico de una persona que decía ser el secretario privado del Sr. Diego Armando Maradona. Román atendió y habló con el Diego. Éste le ofrecía la ayuda que su familia necesitara y el hecho notable de aquella charla, para mi, fue que el 10 trataba de "usted" a Diego Maradona.
Después de mucho tiempo, y de mucha agua pasada bajo el puente, yo creo que vale la pena traer al día de hoy aquel respeto que el último ídolo máximo de la hinchada de Boca le tuviera al otrora mejor jugador del mundo. Porque de ese modo es como debiera tratar la gente del fútbol xeneize a Juan Román Riquelme; de usted debería referirse a él cualquier hincha adorador de su fútbol.
Yo soy uno de esos; por lo que hablo en la tribuna Baja Sur con otros hinchas, son muchos los que le tienen el mayor de los respetos, porque como él, no juega nadie. El fútbol se trata de eso, de jugar; de pensar, de tocar, pararse, correr, dar pases, meter goles, ordenar. No hay otro secreto en el fútbol; todo ya está inventado. Queda para el talento propio saber utilizarlo; y la cabeza, el corazón, las piernas, los pies y los botines de Román son los mejores instrumentos que la orquesta del juego precioso necesita.
Por ese respeto que él se merece, hay que dejarlo elegir el camino que desee; si quiere vestir nuevamente la camiseta de Boca Juniors y volver a "su casa" y al césped que lo espera, será bienvenido de mi parte y lo recibiré con mi vista llena de alegría. Si no quiere volver porque prefiere ir a otros horizontes, mi respeto lo seguirá. Si quiere dejar el fútbol y ser un "ex", tendré para él dos cosas: un eterno "no importa, Román, siempre lo recordaré"; y su camiseta número 10 de Boca en mi corazón.
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