Vivió su infancia en "su amado pueblo" Montegrande. Contó que una vez, revolviendo papeles, encontró unos versos escritos por su padre, dijo que le habían parecido "muy bonitos", y además escribió: "esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron en mi la pasión poética"
Así escribió:
Dame la mano
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más.
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa, y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más.
Que linda historia la del picnic, cuanto sol hay todavia falta un montón para que se termine el día
ResponderEliminarViva el picnic!