jueves, 26 de enero de 2012

Los corazoncitos

En Villa Crespo, cerca de la esquina que ocupaba el ABC, donde tocaba el maestro Pugliese, hay un bar en el cual yo conocí los corazoncitos. Para mí, ése es el lugar que inventó los corazoncitos. Cuando uno pide un café, se lo sirven con dos de ellos: de tipo casero, de una masa esponjosa y suave, especiales como para acompañar algo tan rico como lo es el café.

El corazoncito es, en escencia, algo que me ha enseñado muchas cosas, en mi largo recorrido por los bares y cafés de esta gran ciudad. Por ejemplo, me ha indicado que es también un compañero en esa visita que uno le hace, a veces solitario, a un café. Tal vez en silencio, uno se confiesa frente a ese pocillo de una manera introvertida, sin testigos que puedan escuchar los anhelos, los sueños y hasta los pecados que lo han llevado a buscar esa tenue soledad.

El corazoncito es la compañía del compañero café. Es la dulzura que lucha contra los matices amargos de una silenciosa confesión; pero es también, alegre testigo de charlas de amigos cuando ellos se juntan a compartir un rato de bar.

Aunque muchos no lo sepan, tiene su importancia el corazoncito. Yo lo espero,quiero que venga; no acepto que mi café esté tan solo como yo. Entonces, voy a ese bar de Villa Crespo donde lo conocí y celebro jubiloso, sin que nadie lo sepa, cuando está frente a mí y al trío inseparable que somos con él y el café.

He recorrido bares de muchos barrios y he aprendido extraños secretos "comerciales" de fragosas reglas de mozos que sólo sirven el corazoncito cuando uno le pide el café solo. Es decir, si uno pide también una medialuna, o una tortilla, ya sea alta o chata en Tucumán, no sirven el corazoncito. Ah!!!

En rápida contraofensiva en pos de tener siempre el corazoncito en mi mesa, he ideado un método infalible. Mozo, le digo. Señor?, me dice: un café, por favor. El mozo va y trae el café y el corazoncito. Me sirve y se va. Aquí viene el núcleo del plan, mientras endulzo el café, lo llamo de nuevo y pido la medialuna. No falla nunca, así, somos en ese instante el cuarteto, el café, el corazoncito, la medialuna y yo.

En un bar de Flores el corazoncito es una súper mini pasta frola. Pasta frola miní, diría un guaraní. Asi son los corazoncitos, variados según el barrio. He visto masas secas en el Centro, masas finas en Belgrano, galletitas en Parque Lezama, livianos amaretis en Caballito, cigarritos envueltos rellenos con pasta de almendras en Boedo.

Su inmensidad los hace aparecer en cualquier lugar y ser testimonios de grandes momentos. Como las pequeñas cosas de la vida de un hombre, el corazoncito no puede faltar.


2 comentarios:

  1. buenisimo!!!! lo felicito por el detalle del relato, ahora ya no van a pasar inadvertidos los corazoncitos!!!
    A.

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  2. Es así, A. No deje de mirar los corazoncitos; lleve a cabo el truco para tenerlos siempre con su café. Gracias por su comment.

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