sábado, 31 de marzo de 2012
Bienvenido Abril
En abril, las margaritas.
Esta es la flor de este mes, la margarita. Ella se cierra de noche y se abre de día. Como la vida de cada uno de nosotros. Empezamos el cuarto mes del año; avanzamos desde la noche de marzo al vaivén de las aguas de abril.
"En abril, aguas mil", dice el refrán. El Rey Numa Pompilio añadió este mes al antiguo calendario romano. En latín se le llamaba Aprilis. Bienvenido nuevo mes.
Feliz Aprilis, amigos.
Homenaje a Roberto Juarroz
Miro un árbol,
Tu miras lejos cualquier cosa.
Pero yo sé que si no mirara este árbol
Tu lo mirarías por mi.
Y tu sabes que si no miraras lo que miras
Yo lo miraría por ti.
Ya no nos basta
Mirar cada uno con el otro
Hemos logrado
Que si uno de los dos falta
El otro mire
Lo que otro tendría que mirar.
Solo necesitamos ahora
Fundar una mirada que mire por los dos
Lo que ambos deberíamos mirar
Cuando no estemos ya
En ninguna parte.
martes, 27 de marzo de 2012
Los oficios del niño - Cortar las alas a las gallinas
Cuando las gallinas empezaban a volar desde nuestro gallinero hasta el de Doña Marta y había que ir a buscarlas y pasarlas de nuevo a través de la tela a su lugar, era el momento de cortarles las alas.
Julio San Martín, corría atrás de las gallinas hasta pillarlas[1]. Ese trabajo era difícil. Cuando se decidía a cuál se iba a pillar[2], se le iba encima tratando de arrinconarla contra el alambrado. Flexionaba un poco las rodillas y bajaba los brazos dando pasos cortos hacia delante o hacia los laterales lo más rápido posible, porque la gallina se mueve muy ligera.
Un ex jugador de San Martín llevó en toda su carrera el apodo de “pilla pollos”, porque, seguramente, un agudo observador de las costumbres de la casa, lo encontró por la forma de marcar del gran número 5, ídolo de La Ciudadela.
De pronto, la gallina se salía de ese rincón que Julio San Martín le hacía y corría por todo el gallinero; gallina que huye corre rápido; ahí el niño, tan ágil como el ave de corral, corría por detrás de ella, se tiraba una voladita[3] y la agarraba de las patas. La sostenía firme entre sus manos y echaba un vistazo al gallo, que lo miraba de reojo como preguntándole qué hacía con su gallina.
Julio San Martín caminaba entre las piedras del gallinero, en ese terreno desparejo y seco sin pisar los pollitos, el tarro de agua, algún lavatorio viejo con maíces y otro recipiente con cáscara de papas. En la entrada al gallinero, como vigías de la puerta para que no se escapara ningún animal, estaban su mamá y la tía Rosa, con la tijera lista para cortar las alas.
Mi mamá sostenía la gallina y la tía Rosa le estiraba una de las alas. Miraba cuidadosamente las plumas y hacía un pequeño corte en una de ellas; listo, decía; esta ya no vuela más. Mientras tanto, Julio San Martín andaba corriendo por el gallinero tratando de pillar a la gallina paraguaya. Esa corría rápido y Julio San Martín volaba una y otra vez como si fuera Olea, el arquero de Villa Mitre, cuando jugaba contra Juventud.
Esa no se puede pillar, mamá, decía Julio San Martín. No importa m’hijo[4], ya le vamos a decir a Ricardo que te ayude.
Ese trabajo de Julio San Martín, el de pillar las gallinas, le ha enseñado mucho en la vida. Cuidar las cosas de uno en su lugar, que no se vayan para otro lado; tener un método para atrapar el problema y otro para cuando éste se hace más rápido también ayuda a vivir; ser el protagonista del encierro y la corrida, y el espectador del corte en si, preparan a uno con la sabiduría de las cosas simples.
Por último, asistir a las manos sabias de los mayores que resuelven su parte, con la experiencia de la cotidianidad, es un acto de solemne amor por las cosas de uno. Más aún, si todo ese eterno episodio se realiza en la casa de uno, con su mamá y su tía, bajo el cielo azul de Tafí, al pie del cerro, en la calle Balcarce y cerca de la Avenida.
lunes, 26 de marzo de 2012
Antonio Tabucchi: otra alma preponderante
Antonio Tabucchi nació en Pisa, Italia, el 24 de septiembre y murió recientemente en Lisboa a la edad de 68 años. Cuando se le preguntaba por su profesión él contestaba “Profesor Universitario”.
Enamorado de Portugal, fue el mejor conocedor, crítico y traductor italiano del escritor portugués Fernando Pessoa.
En 1994 escribió la novela Sostiene Pereira, su obra cumbre y su éxito personal. “Sostiene Pereira que lo conoció un día de verano”, así empieza la novela.
En uno de los pasajes más interesantes de la obra, si es que se puede elegir uno de ellos, es cuando Pereira conoce a Cardoso, un médico que le confía el propósito de abandonar Portugal, dominada por la dictadura Salazarista, y marchar a Francia, ideal de la libertad.
Pereira habla con Cardoso de la sensación de inquietud que experimenta desde hace algún tiempo, y Cardoso le expone una teoría personal sobre la confederación de las almas: cada uno, según esta teoría, tiene no una, sino muchas almas, una de las cuales es la dominante; a veces puede suceder que otra de esas almas adquiera preponderancia, determinando así una verdadera y propia metamorfosis; la inquietud de Pereira podría ser, por tanto, el preludio de un gran cambio.
Ahora el alma preponderante de Tabucchi ha decidido buscar en el cielo a Pessoa; y allá se encontraron, con literatura y poesía, como lo sostiene la historia de Portugal.
sábado, 24 de marzo de 2012
¡¿Y diái?!
Esta expresión es difícil de explicar pero como a mí me gustan los grandes desafíos, voy a intentarlo. Antes que nada, tenemos que leer bien la expresión y practicar su pronunciación. Y diai, y diai, y diai… son dos dicciones que se utilizan siempre ambas y siempre en ese orden.
Con este modismo de estricto uso taficeño, uno puede efectuar tanto una interrogación como una admiración. Primer ejemplo, uno llega a la esquina de la Balcarce y la Avenida, donde lo está esperando un amigo y le dice: ¿y diai?, el amigo le dice, bien nomás. Este es el uso en la interrogación.
Vamos a usarlo ahora en la admiración. Uno le dice al mozo, un café con leche con tres tortillas chatas; muy bien, dice el mozo y se va. Pasa un rato, uno mira la Avenida para un lado, para otro; ve el pie del cerro, donde parece que los árboles de la avenida empiezan a subir por su falda. Mira la avenida para el otro lado y ve, a lo lejos, la quieta estación de trenes.
Saluda amigas, amigos que pasan por la platabanda o por la vereda y el café con leche no viene. Menos las tortillas. Entonces se levanta, busca al mozo entre la gente que camina por la galería (estamos en Tafí Bar, en el ejemplo), uno está levantando el cogote para ver por encima de todos, como pollo adentro de un balde; y lo ve al mozo que se acerca, pero sin la bandeja. Entonces, uno aplica la forma de admiración de la expresión y le dice: che, ¡y diái! Ya viene, dice el mozo. Lo que pasa es que se habían terminado las tortillas y mandamos a comprar, pero había sólo altas, ¿las quiere igual?, sí, dice uno. En el uso con sentido de admiración, puede verse también un aire de enojo.
Mientras está tomado el café con leche, llega un amigo y se sienta con uno. Es un amigo que tiene algunos problemas de amores y empieza a contar su historia. Yo le he dicho que la quiero, que la extraño, que quiero que venga, pero ella… hace un silencio y suspira, pero no habla; entonces uno, ansioso e intrigado, usa la expresión en interrogación y admiración al mismo tiempo: ¡¿ y diai?!
El léxico futbolero recepta los vocablos o expresiones de variada especie; y forma un género específico aplicable a todas las instancias de un partido. Una de ellas es la cargada, es la burla al rival al que se ha vencido. En este universo también se usa el término que hoy estamos analizando. No me gusta mucho el ejemplo, pero para ser contemporáneo con el hoy del futbol tucumano, usaré éste: un “ojitos verdes” de Atlético, cuando el decano le ganó a Boca, desafió al pueblo de La Ciudadela, sucursal Tafí, diciéndole: “¿y diái?, sucielys!; a lo que el hincha santo le responde: ¿qué y diai?, suciely, pero no p…!
miércoles, 21 de marzo de 2012
Día Mundial de la Poesía (World Poetry Day)
El día mundial de la poesía es un tributo a la palabra poética propuesto por la Unesco. Se celebra cada 21 de marzo con el propósito de consagrar la palabra esencial y la reflexión sobre nuestro tiempo.
Mi homenaje a la poesía que he leído, que leo, que leeré; como así también la que he escrito, escribo y escribiré, es mi poema escrito desde el corazón de una calle de Tafí Viejo y el puente que la une al cielo a través de un árbol.
Para ustedes (y para mi) mi poema "Las tipas de la calle Congreso".
Mi homenaje a la poesía que he leído, que leo, que leeré; como así también la que he escrito, escribo y escribiré, es mi poema escrito desde el corazón de una calle de Tafí Viejo y el puente que la une al cielo a través de un árbol.
Para ustedes (y para mi) mi poema "Las tipas de la calle Congreso".
Hoy las he visto en un sueño.
En la nostálgica noche mía,
traen al inconsciente mi alegría.
Ustedes han sido testigo
de mi amor,
será que las recuerdo por eso.
Árboles de la infancia,
de la adolescencia y la juventud.
Las tipas de la calle Congreso
tienen a mi corazón
lejos de la quietud.
martes, 20 de marzo de 2012
Feliz Otoño
Versos de Otoño – Rubén Darío
Cuando mi pensamiento va hacia ti, se perfuma;
Tu mirar es tan dulce, que se torna profundo.
Bajo tus pies desnudos hay blancos de espuma,
El amor pasajero tiene el encanto breve.
Y ofrece igual término para el encanto y la pena.
Hace una hora que un nombre grabé sobre la nieve;
Hace un minuto dije mi amor sobre la arena.
Las hojas amarillas caen en la alameda,
En donde vagan tantas parejas amorosas.
Y en la copa de otoño un cago vino queda
En que han de desojarse, primavera, tus rosas.
lunes, 19 de marzo de 2012
Los oficios del niño - El ayudante del horneador
Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es maravillosa.
Gilbert Keith Chesterton.
Cerca del mediodía, bajo el sol del fondo, en Tafí Viejo, Tucumán, Julio San Martín y su papá estaban junto al horno de barro. Ardía la leña adentro, las llamas era vivas lenguas de fuego que subían hasta el techo del horno y bajaban todas juntas siguiendo un ritmo frenético de alguna danza del infierno.
El papá con un palo largo le daba golpes a los troncos que se rompían y formaban nuevos fuegos por el piso del horno. Él agarraba unas chapas redondas y quemadas que estaban en el suelo y cerraba las bocas del horno. Julio San Martín miraba el horno cerrado e imaginaba el fuego de adentro, lo veía contento porque estaba siendo preparado por Don Benito, a quien le gustaba mucho esa tarea y soportaba el sol del fondo y el fuego de adentro por el hecho de hacer lo que le gustaba.
Enseguidita lo vamo a barrer, dijo el papá. Va a tener que ir a buscar los yuyos, m' hijo, agregó. Julio San Martín salía corriendo por el pasillo a la calle, iba por la vereda de la Balcarce, por la casa de Perfecto Carmena, cruzaba la Reconquista y empezaba a cortar afatas. Las agarraba de la parte inferior del tallo y lo quebraba, tiraba el tallo hacia él y tenía la afata en la mano; también buscaba hediondillas; esas eran más fáciles de cortar.
Juntaba un buen poco de esas plantas de hojas verdes; cortaba también algunas corotas i' gallo y volvía a la casa. Aquí están los yuyos papá, decía Julio San Martín. Don Benito estaba al lado del horno con Don Carmelo, nuestro vecino, sirviéndose un vermut. Deme los yuyos m' hijo, decía Don Benito, yo le voy a hacer la escobita. Agarraba el palo largo que usábamos para romper los troncos encendidos, ponía las afatas y las hediondillas en la punta del palo y los ataba con alambre.
Lista la escoba, m' hijo, decía Don Benito; con unos trapos agarraba las tapas calientes del horno y lo abría; las brasas casi habían desaparecido; las paredes y el techo del horno estaban blancos por el calor. Barra, m' hijo decía el papá. Julio San Martín metía la escoba adentro y empezaba a correr las brasas hasta sacarlas por la puerta del costado. El fuego vivaz de hacía unos minutos caía al piso al costado del horno. El horno estaba listo para poner las empanadas. Don Benito ingresaba las latas con las empanadas y en siete minutos estaban listas para nuestro deleite.
Ahí terminaba el trabajo de los "prendedores, calentadores y barredores del horno de la casa". El fuego y sus llamas, los troncos y sus brasas, los yuyos y la escoba, el fuego en el piso y la voz del papá: ¿Dónde están ahora? Tengo mi respuesta: en mi alma, en cada empanada tucumana y en mi corazón, que adentro tiene una escoba de yuyos verdes que barre su fuego.
Julio San Martín, 19 de marzo de 2012, en CABA.
domingo, 18 de marzo de 2012
El Beto Alonso - De Los Polvorines al Chaco
En una parte de la entrevista que le hizo Pacho O' Donnell para un programa de televisión, el Beto Alonso contó cosas de sus primeros años en River hasta el día de su debut en primera división. Hasta se mostró emocionado, o por lo menos así lo vi yo, al relatar algunos detalles de aquella época. Por ejemplo, cómo era su viaje de Los Polvorines hasta el club para ir a entrenar.
Dijo que tomaba el tren del Belgrano y tenía que pasar 12 ó 14 estaciones para llegar al entrenamiento; que el viaje duraba una hora y media; y que así lo hacía todos los días de la semana cuando tenía que prepararse para lograr su sueño: jugar en la primera de River.
Cuando tenía diecisiete años, un día después de su entrenamiento, le dijeron que tenía que ir al "vestuario de la primera". Allí se dirigió temeroso de lo que le dirían; en uno de los pasillos estaba el Profesor Rodríguez, que era ayudante del director técnico de la primera y le dijo que se fuera al campo de juego porque allí lo estaba esperando el Maestro Didí.
Se acercó al campo y vio a Didi parado en medio de la cancha; él se acercó y el Maestro de dijo: prepare sus cosas porque mañana va a viajar con la primera a jugar contra Chaco For Ever. El Beto que sintió su corazón lleno de alegría, pensó que quería volver rápido a su casa para contarle a sus padres.
Ese día el tren del Belgrano tardó las 12 ó 14 3estaciones un tiempo que a Alonso le pareció eterno, pero llegó a su casa de Los Polvorines y se abrazó con su papá y su mamá y lloraron los tres. Al día siguiente viajó al Chaco, jugó en primera y lo eligieron como el mejor jugador del partido.
Ese relato que hizo el Beto debe ser común en muchos de los jugadores de fútbol que llegaron a primera o que están luchando para eso; pero la emoción que Alonso mostró en ese pasaje de la entrevista explica muchas de las cosas que él vive hoy en su querido River Plate.
Dijo que tomaba el tren del Belgrano y tenía que pasar 12 ó 14 estaciones para llegar al entrenamiento; que el viaje duraba una hora y media; y que así lo hacía todos los días de la semana cuando tenía que prepararse para lograr su sueño: jugar en la primera de River.
Cuando tenía diecisiete años, un día después de su entrenamiento, le dijeron que tenía que ir al "vestuario de la primera". Allí se dirigió temeroso de lo que le dirían; en uno de los pasillos estaba el Profesor Rodríguez, que era ayudante del director técnico de la primera y le dijo que se fuera al campo de juego porque allí lo estaba esperando el Maestro Didí.
Se acercó al campo y vio a Didi parado en medio de la cancha; él se acercó y el Maestro de dijo: prepare sus cosas porque mañana va a viajar con la primera a jugar contra Chaco For Ever. El Beto que sintió su corazón lleno de alegría, pensó que quería volver rápido a su casa para contarle a sus padres.
Ese día el tren del Belgrano tardó las 12 ó 14 3estaciones un tiempo que a Alonso le pareció eterno, pero llegó a su casa de Los Polvorines y se abrazó con su papá y su mamá y lloraron los tres. Al día siguiente viajó al Chaco, jugó en primera y lo eligieron como el mejor jugador del partido.
Ese relato que hizo el Beto debe ser común en muchos de los jugadores de fútbol que llegaron a primera o que están luchando para eso; pero la emoción que Alonso mostró en ese pasaje de la entrevista explica muchas de las cosas que él vive hoy en su querido River Plate.
jueves, 15 de marzo de 2012
Feliz cumple, Mafalda
En la década del setenta conocí a Mafalda, en la revista Siete Días Ilustrados. Hoy se cumple un nuevo aniversario desde que Quino hiciera su creación allá por 1966. Su humor nuevo para la época la puso siempre al frente de la realidad; interpretó y dijo, como mucha gente quería hacerlo, lo que vivía el país.
Salud, Mafalda.
Salud, Mafalda.
miércoles, 14 de marzo de 2012
Pablo Ledesma - Pablo Mouche - Para el cielo de Sarandí
Los goles de los "Pablos", Mouche y Ledesma hicieron que Boca, el último campeón, el más grande de la Argentina, vuelva a ganar. Había tenido una semana muy dura porque las derrotas ante Fluminense en la Copa Santander Libertadores y ante Independiente en el torneo local, lo habían puesto en una situación que hace mucho no se veía por la Boca.
Otra vez llegó la victoria; esta vez dos a uno frente a Arsenal en Sarandí. Este equipo es uno de los "cucos" del técnico de Boca. Pero ahora se dio el triunfo a favor nuestro y volvemos a estar en carrera; porque el fútbol sin Boca no tiene el mismo sabor. Y Boca sin triunfos no es Boca.
Estos tres puntos ganados hoy están dedicados para todos aquellos que esperan la derrota de Boca y que se alegraron por las pérdidas del Xeneixe. Para ellos, cardo y ortiga cultivo.
lunes, 12 de marzo de 2012
El Profesor Oreste y Víctor Hugo Pérez
El aula era angosta, había dos filas de bancas a cada costado. Era la hora de Educación Democrática, estábamos todos sentados mirando el pizarrón. En el horario exacto entraba a dar su clase el Profesor Oreste. Vestía impecable traje azul con camisa celeste y corbata azul y vivos de colores al tono. Hacía su ingreso saludando amablemente a lo que todos respondíamos respetuosamente. Llevaba en su mano derecha la libreta de forro verde y en la izquierda una carpeta y un libro.
No volaba una mosca, todos lo mirábamos; él dejaba la carpeta y el libro en el pequeño escritorio y nos miraba. ¿Han estudiado para hoy?, nos preguntaba. Nadie respondía; parece que sí, decía, mientras abría la libreta y leía. El silencio era como el de las alturas de la puna jujeña; nuestros pensamientos era como el zumbido del viento de aquel lugar. Cada uno elevaba, en ese silencio, su propia plegaria a cada uno de los dioses de cualquier religión o mitología rogando no ser llamado.
Luego de unos eternos segundos de intercambio de nada de palabras o ruidos, el Profesor Oreste preguntaba: ¿ Alguien quiere pasar?; sin responder, todos mirábamos a Mario Cesca, nuestro hombre de ciencias en el curso, el hombre del conocimiento y de la aplicación salvadora del que todos esperábamos su respuesta afirmativa para vivir un rato más. Mario pedía pasar; y el alivio bajaba desde el cerro como si hubiéramos recibido el mejor resultado del más temeroso análisis del mundo. Pero el Profesor Oreste le decía que no, que él ya tenía nota.
La semana anterior habíamos tenido prueba de Educación Democrática y el Profesor Oreste aún no había dado las notas. Todos la esperábamos ese día, pero el profesor no la daba. Él seguía mirando la libreta, después de que le había negado pasar a Cesca; las moscas seguían sin volar, el silencio era frío. Hasta que el profesor se sacó los anteojos y preguntó: ¿alguien quiere pasar? Nadie respondió.
El profesor volvió a mirar la libreta para decidir quién pasaría y el amigo y gran compañero, sentado atrás a la izquierda, Víctor Hugo Pérez, quebró el silencio y la espera. Profesor, dijo,¿ le puedo hacer una pregunta? El Profesor Oreste, sin sacarse los anteojos, le dijo, si, por supuesto. Pérez dijo: ¿cuándo nos va a dar las notas?
El profesor respondió al instante, todavía no están. Pérez, no conforme con eso y acentuando aún más su ansiedad, la cual ya se había trasladado a todos nosotros como el agua de lluvia que se desliza por entre las ramas de una parra, le preguntó: ¿ y para cuándo van a estar? El Profesor Oreste se sacó los anteojos, observó a todo el curso, miró a Pérez y le preguntó: ¿ y usted por qué tiene tanto interés en las notas?
Pa’ que se vamo sobando, dijo el compañero y amigo Pérez.
La lluvia de hoy
Hoy temprano fui a un lugar donde tenía que estar a las nueve de la mañana. De pronto el cielo se escondió detrás de negras nubes de lluvia, la calle y la vereda recibieron una temprana noche; el cielo se descargó y mandó una lluvia torrencial.
Sin embargo, cuando llueve mucho y tengo que ir a algún lado es cuando voy con más ganas. Todo viene desde mi niñez.
Resulta que mi papá me llevaba al dentista; como teníamos obra social de ferroviarios él pedía turno y le daban para dos o tres meses después; como yo tenía miedo al dentista me costaba ir.
Una vez, llegó la fecha y le dije a él que no quería ir. No importa, me dijo; voy a pedir otro turno. Pasó el tiempo y el día llegó. Fui y la dentista me dijo: Julio San Martín, vos tenías turno hace dos meses y no has venido, ¿por qué?
Porque llovía, le dije. Entonces, ella me dijo, ¿y vos pensás que porque llueve no se puede ir a ningún lado?
Desde entonces, cuando tengo que ir a algún lado y llueve, aunque sea “un día con más lluvia que otros días”, como dijera Neruda, voy con más ganas.
sábado, 10 de marzo de 2012
Paola Arias - La belleza del folklore
"Veni, bailemos, mi amor
en Corralitos
y antes que aparezca el sol
vamos a quedar solitos
haciendo un nido de amor
con mi poncho y tu ponchito"
Viva el folklore!!!!
lunes, 5 de marzo de 2012
Pequeña historia de grandes soledades
Esta es una pequeña historia de grandes soledades. Tiene que ver con el futbol y ahí está la primera paradoja. ¿Tiene el fútbol alguna relación con la soledad?; yo pienso que sí; al responder afirmativamente no pienso en el delantero único que alinea un equipo sin enganche, o en el líbero al que le tocan los delanteros rivales cuando los dos stoppers se fueron a buscar el resultado.
Pienso en la soledad del individuo que no tiene a quien contarle un partido o cuando se lo cuenta a alguien y a éste no le interesa el relato. Esa soledad si es propia del futbol, es decir, la soledad del que gusta del juego, pero que no tiene interlocutor. Para eso está la escritura, el relato, la especie de cuento que ayuda al hombre a compartir sus vivencias; el futbol es una vivencia, es un valor que uno adquiere en cada partido que ve. Por eso lo quiere contar; porque ¿qué sería de la vida si un hombre no contara sus vivencias? Transmitir lo que uno siente y ser escuchado es un momento de felicidad; hasta eso da el futbol; la alegría de un pase, el júbilo de una buena jugada y la algarabía de un gol. También el resultado es la felicidad. Este deporte tan lindo que te lleva del éxtasis a la agonía en cuestión de minutos, tiene también soledad. Por eso me propongo relatar esta vivencia.
El domingo pasado, cerca del mediodía empecé a ver el partido que jugaron en Sunchales, Santa Fe, Unión contra Patronato de Paraná, Entre Ríos. El partido se jugó por el Torneo Argentino A, la tercera división del futbol argentino. El horario del partido marca lo duro que es este campeonato; se jugaba al futbol al mediodía del domingo en una ciudad campestre de Santa Fe, hoy por hoy ubicada en la región de sequía y calor absoluto del mapa climático del país.
Vi desde que los jugadores salían a la cancha para disputar el segundo tiempo del partido que iba, hasta entonces, cero a cero. Los locales, de camiseta verde y blanca a bastones, esperaban en el círculo central, ansiosos, el comienzo. Vi al 10, Cristian Zárate, uno de los hombres del victorioso San Martín de Tucumán cuando luchaba por el ascenso a los planos más altos del futbol nacional. Sentí la primera soledad en la mente de Zárate. Pocos hinchas lo estaban viendo si comparamos con aquellas jornadas calientes de La Ciudadela. Pensé en que esa cancha había sido pisada por Aldo Visconti, el hoy goleador santo. Pensé también en Aldo, que tal vez estaba siguiendo este partido desde Tucumán, solo, recordando sus goles en el césped de Sunchales.
Salió a la cancha el equipo entrerriano, con camiseta negra y roja a bastones, una especie del Milan del litoral. Recordé de inmediato que allí juega ahora el gran Patrón Juan Monge, el noble defensor de San Martín que jugó todos los campeonatos que ganó el santo en su ascenso; fue el que hizo el primer gol de San Martín en primera; y jugó aquel inolvidable partido contra Racing en Avellaneda donde ganamos dos a uno. Pero el Patrón no estaba en este equipo. Quizás lo estaría viendo desde algún lugar, sintiéndose solo por no estar al lado de sus compañeros. El director técnico de este equipo es el Tigre Amaya, el temible (para los rivales) nueve de San Martín que supo levantar las redes de cuanto arco se le haya cruzado en su camino de gol.
El calor era abrasador, la pelota iba de un arco a otro, el cero no se rompía. El esfuerzo era cada vez mayor; el arquero de Patronato salió porque estaba mareado. Hasta que llegó el minuto treinta siete; Carucha Muller la llevó hacia el área sunchalense y se la dio al once, Jara; éste entró al área por el carril del ocho, la frenó, enganchó hacia adentro y le dio un zurdazo que sacudió el techo de piolines, gol. Todos los jugadores se abrazaron junto con los suplentes. El Tigre Amaya apretó sus puños mirando al horizonte, como buscando algún abrazo para él; pero, solo, vivió el corto momento de alegría para empezar a ordenar a sus dirigidos.
De inmediato, el ocho de Unión se fue en diagonal hacia afuera encabezando un avance, el tres de los rojinegros lo cruzó con un zurdazo a la altura de la rodilla; una sola tarjeta, la más dura, y el tres afuera. Preocupación en la cara del Tigre. Una jugada más de la furia de Sunchales y queda un tiro libre desde la izquierda de su ataque cerca del corner; lo tira Zárate a media altura con comba hacia adentro, se queda parada la defensa de Patronato y el seis la empuja; uno a uno a los cuarenta y dos minutos. Se enfurecen las camisetas verdes y blancas, otro avance que quiere ser profundo, el dos, que reemplaza al Patrón, lo levanta al que trae la pelota y queda un tiro libre como para Gallardo. Va el cinco de Unión; un uruguayo de dos apellidos le pega como el once de River y la manda bien adentro, golazo. Victoria de los santafecinos.
Los jugadores se abrazan y saltan en el festejo, los otros se juntan y se lamentan, solos, mirando la tristeza de los hinchas que vieron que se les ha ido el partido. El Tigre palmea a sus pollos y vuelve a mirar al horizonte. Ahí leo su mirada de soledad: tal vez La Ciudadela nos hubiera ayudado.
sábado, 3 de marzo de 2012
El primer día de marzo 2012
- Que groso sos JulioQue comienzo de mes, no?. No hay subtes, no hay trenes, no hay clases, no hay remedios, no hay insumos, no hay informes de auditoria, no hay responsables de nada, la gente muere viajando o caminando por la calle y no hay justicia, no hay más alumnos libres por faltas, se nivela para abajo, no hay respeto a la autoridad, no hay educación, no hay seguridad, no hay vigilancia, no hay ingreso de productos de importación, hay trabas a las exportaciones, no hay, no hay, no hay.... Lo único bueno de hoy es que llueve y que empieza Marzo cuyo nombre deriva de Mars, el nombre en latín de Marte, dios romano de la guerra. Vamos a guerrear entonces. Feliz Mars, friends.
- Que comienzo de mes, no?. No hay subtes, no hay trenes, no hay clases, no hay remedios, no hay insumos, no hay informes de auditoria, no hay responsables de nada, la gente muere viajando o caminando por la calle y no hay justicia, no hay más alumnos libres por faltas, se nivela para abajo, no hay respeto a la autoridad, no hay educación, no hay seguridad, no hay vigilancia, no hay ingreso de productos de importación, hay trabas a las exportaciones, no hay, no hay, no hay.... Lo único bueno de hoy es que llueve y que empieza Marzo cuyo nombre deriva de Mars, el nombre en latín de Marte, dios romano de la guerra. Vamos a guerrear entonces. Feliz Mars, friends.
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