domingo, 31 de diciembre de 2017

Adiós 2017

A horas de que finalices ya te digo adiós, 2017.  Quiero que quede atrás mi experiencia del paso por los quirófanos por cuyas camillas desfilé en tres oportunidades: marzo, mayo y septiembre. Gracias al Altísimo todo eso ha quedado atrás y ahora voy hacia adelante solo con los recuerdos de los dolores que tuve y de los medicamentos que tomé. También dejo atrás el hecho del despido que me ha infundido la empresa para la cual trabajé durante trece años.
Esos dos componentes de mi vida que son el trabajo y la salud me han tenido a los botes en este año. Pero ya han pasado y me dispongo a buscar otros hechos oportunos para los cuales esas situaciones de crisis me han preparado.
Recibo con sumo entusiasmo el año nuevo porque es el comienzo de una nueva dinámica. Con seguridad, sabré desarrollarme sobre el año nuevo con mesura, frugalidad y templanza.

Feliz año nuevo, amigos. Que el 2018 les traiga alegría cada día.

El fin de año de Borges

FINAL DEL AÑO

Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.


BORGES, J.L.Fervor de Buenos Aires (1923


jueves, 14 de septiembre de 2017

Uniendo historietas - Las Cariátides de Pompeya

Marta, AnLau, Emeroldán, Pambell y Lauri han sido los pilares de las tareas administrativas; eran como aquellas mujeres que sostienen el templo del Erecteion en la Acrópolis de Atenas. Con la pesada carga sobre sus cabezas, las Cariátides son figuras femeninas que venían de la isla de Carias y se caracterizaban por su fuerza para sostener el peso de lo que venga. Así eran las chicas de la empresa de Pompeya; ellas resistían el día a día del trabajo con el fruto de su juventud y su empeño.

Con todas sus responsabilidades propias del hogar, sus familias y sus proyectos las chicas administrativas llevaban la rutina del trabajo con el esfuerzo del largo viaje diario de ida y vuelta, los tejes y manejos de las tareas, los cambios de humor del entorno y los vaivenes en el carácter de los jefes.

Julio San Martín siempre las admiró. Cada vez que pudo intentó acercarse a ellas, tuvo buenos contactos y el trato siempre fue con respeto. Ellas lo trataban de usted; eso marcaba la diferencia generacional entre el hombre ya grande y las chicas. Sin embargo, la relación ha sido cómoda.
Julio San Martín pensó muchas veces que las Cariátides de Pompeya no eran bien reconocidas en la empresa, no en el aspecto laboral, porque no era él quien debía analizar ese caso, sino en el trato que debían recibir como mujeres de alto empeño y responsabilidad social. Por eso, cada vez que pudo les hizo un regalo, un pequeño presente para reconocer un afecto, tal vez escondido por la empresa de camiones, que ellas no recibían. Una vez, a una de ellas, le hizo un regalo adicional en el juego del amigo invisible; no era ella quien le había tocado regalar, pero Julio San Martín también puso un regalo a su nombre.

Además de soportar el peso, las Cariátides se caracterizan por su belleza, lo cual también era brillo de aquellas chicas. Siempre elegantes, bien vestidas con combinaciones perfectas de colores y con gran habilidad para el baile. Así lo hicieron ver en una de las fiestas de fin de año cuando el estilo de festejo se centraba en chorizos y patys a la parrilla en el depósito. Allí hubo un baile y las chicas mostraron sus cualidades para el meneaito.

La permanencia cronológica de Julio San Martín y las Cariátides de Pompeya en la empresa de camiones no ha sido coincidente. Hubo ingresos y egresos en momentos distintos, bienvenidas y despedidas. No obstante, para Julio San Martín el compartir con aquel grupo en mayor o menor grado, ha sido uno de los mejores encuentros sociales en su estadía en la empresa.   

Allí donde uno permanece ocho o más horas diariamente, en la oficina es el lugar donde la cultura de trabajo debe respetar la cultura de la amistad, porque se convive con personas con quienes, si se establece un vínculo positivo, se humaniza mejor la relación y todos pueden crecer. Eso es lo que Julio San Martín siempre persiguió: crecer como persona y ser mejor individuo cada día. Con este grupo de chicas, o sea, con personas como ellas él pudo ser más positivo y avanzar cada día hacia el bienestar; seguramente ellas, en sus propias vidas, también lograrán ser felices siendo como son.

A esta altura del año 2017, Pompeya se ha quedado sin las Cariátides y sin Julio San Martín; sin embargo, aquellos pequeños detalles que los ligaron a lo largo de muchos años, hoy en día, se hacen cada vez más fuertes a la distancia a través del recuerdo.  No sabe la empresa de camiones lo que se ha perdido, pero sí sabe que ella ha sido la fuente de la tenue amistad entre Julio San Martín y aquellas chicas que representaron, junto a la ruda rutina del ir y venir de camiones, la belleza, como las Cariátides y las flores de la primavera.


Julio San Martín

14 de septiembre de 2107.     

sábado, 12 de agosto de 2017

Uniendo historietas - 7 - La primera invasión belga

Imperio colonial belga

En noviembre de 2011 se produjo el primer desembarco belga en Pompeya. A las tranquilas costas de la avenida Saenz llegaron las huestes europeas que, en primera instancia habían hecho una cabecera de playa en Diagonal Norte y Esmeralda estableciendo un comando al mando del General Giorgios Ducros Lebrí. Desde allí, como ya lo había hecho el rey Leopoldo II en 1885 cuando creó el 
Estado Libre del Congo y se había transformado en Berlín como su único accionista, dirigió sus misiles a la calle Traful.

El jefe de la infantería que tomó el portón azul en la cruzada invasora era el Coronel Plu, Jean Claude Van Plu, alias "El Belguita". Con resistencia cero se apoderó de un búnker en el centro administrativo y comenzó a dar órdenes con la energía de todo un gurka. Ni trinchera tenía Julio San Martín en su oficina junto a Victorinox, hasta que El Belguita lo llamó y le dijo: "From today you are our Tax Manager in this company. I will be the CEO and you have to report me".

Como si estuvieran cerca las PASO, las promesas de El Belguita iban en ascenso. "Vos puedes traer dos personas para que trabajen en tu sector, así pueden hacer todo lo que vos decís y minimizamos los riesgos maximizando su eficacia". Julio San Martín obtuvo una oficina nueva; era un viejo reducto de un viejo integrante de la empresa y, gracias a la gestión de El Belguita, se transformó en una oficina para Julio San Martín y otra oficina donde vendrían las dos personas a contratar y Victorinox.

Pero de la noche a la mañana, la promesa de campaña se transformó y El Belguita dijo que una sola persona podía entrar. Así fue que Julio San Martín eligió a Paola Monte Grande. El Belguita abolió las reuniones donde participaba Julio San Martín y lo dejó lejos de los lugares donde se debatían los eventuales cambios y se esbozaban los horizontes que la empresa necesitaba. Daba la sensación de que la primera colonización belga había mentido en el momento de su irrupción o que había cambiado su marcha en medio del camino; tal vez el General Lebrí tenía otra estrategia, quien sabe con qué objetivo.

Pasaron años y cuando ya la infantería invasora informó que el camino estaba allanado el General Lebrí se hizo presente en el barrio del olvidado sur porteño, al decir de Borges. Empezó con acciones bélicas de sorpresa y mandó a Victorinox a trabajar en la base de operaciones del centro. Lo hizo hacer de todo para muchas empresas que no eran de camiones y no le dio ni un franco belga de más. A Julio San Martín también lo hizo trabajar con planes de facilidades de AFIP para un pariente suyo residente en Europa antes del Brexit. Todo ello como si las funciones de los profesionales de Tax Department fueran un dos por uno de Pharmaticy. Nada hubo a cambio para estos dos contadores, ni un café con una mísera medialuna de La Rumba.

Una anécdota que quedó de aquellos años donde la prepotencia de la invasión belga dejó su sello es cuando Julio San Martín cumplió veinticinco años de matriculado en el Consejo Profesional y fue invitado a un acto de entrega de medallas que también tenía un cóctel; el ágape era a las 18 horas y él pidió permiso para ir; también pidió autorización para que la oficina quedara sola por treinta minutos porque él invitaba a Victorinox y a Paola Monte Grande al acto. La respuesta de El Belguita fue un rotundo no y aportó la idea de que Julio San Martín debía invitar sólo a Victorinox, porque Paola Monte Grande hacía poco tiempo que había entrado.

Mientras Paola Monte Grande se afianzaba en su puesto El Belguita empezó a apuntarle con cañones de pocos amigos y la armonía se fue resintiendo. Amigos y amigas de El Belguita se encargaron de hacer circular referencias negativas de la niña de Tax Department y su permanencia en la empresa comenzó con la cuenta regresiva. Tampoco la salud de Paola Monte Grande la ayudó y una intervención quirúrgica la mantuvo alejada de la oficina un tiempo. Hasta que Julio San Martín tuvo que decirle que se tenía que ir. Llegó Topacio, que desde el minuto uno quiso hacerse belga; y Victorinox, al poco tiempo, optó por irse a su casa dejando a Julio San Martín solo, como al principio de los tiempos en la empresa de camiones.

Así fueron las primeras invasiones belgas; dejaron profundas consecuencias como toda invasión lo hace. Trajeron cambios en las relaciones humanas, instalaron la cultura del "amigo de". Julio San Martín no sabía si estar contento por el nombramiento que había recibido o estar triste porque, en la práctica, su avance se había detenido.

Así como en el Estado Libre del Congo el colonizador belga bajo el mando de Leopoldo II extrajo sus riquezas y construyó los finos edificios públicos que hoy están en Bruselas,Ostende y Amberes, el plan del General Lebrí transformó en cenizas la dignidad de los que venían remando desde hacia siete años y creó para si una estructura rígida de poder,  la cual no tuvo nunca una hendija por la que entrara un triste sueño de Julio San Martín.


Julio San Martín
CABA, 17 de agosto de 2017.
  

Uniendo historietas - 6 - Victorinox y Cocus






Para referirse a los dúos, Julio San Martín siempre pensaba en Cástor y Pólux, aquellos célebres personajes de la mitología griega que tuvieron sus andanzas con su padre, Zeus, su madre Leda, y sus hermanas Helena y Clitemnestra; uno de ellos Cástor, sujeto al destino de los mortales y el otro, Pólux, que disfrutó de la condición divina.

En el caso de Victorinox y Cocus, tal vez en algún tangencial punto se parecían a Cástor y Pólux, o a Pólux y Cástor, vaya uno a saber en qué. El hecho es que estos dos muchachos se acercaron a Julio San Martín en la empresa de camiones de Pompeya y lo hicieron formar parte de su juventud integrándolo a participar de salidas a almorzar en horario de trabajo, en partidos de fútbol tanto internos como externos y en after hours por la zona de San Juan y Boedo.

Veamos cómo fueron estas situaciones:

1 - Julio San Martín Director Técnico

Estando Julio San Martín trabajando en su oficina triangular, entró Cocus con otro chico y le preguntó si le gustaba el fútbol, porque estaban armando un equipo. Cómo habrán sabido estos chicos, pensó Julio San Martín de mis gambetas como wing derecho de Villa Mitre en Tafí Viejo; si bien tengo cuarenta y ocho años, todavía me siguen viendo condiciones, siguió pensando. Es porque necesitamos un director técnico dijo Cocus. Ah, dijo  Julio San Martín borrando todos sus pensamientos y de una aceptó el cargo.

Como era el primer partido, el director técnico paró en la cancha al equipo que ya venía jugando; solo llevó a Victorinox al banco de suplentes. Empezó mal el equipo y terminó perdiendo el primer tiempo; entonces Julio San Martín dio una memorable charla técnica en el entretiempo y el equipo salió a comerse al rival, además puso a Victorinox de defensor en lugar de Marcellus que no la estaba viendo. En la charla, Julio San Martín le dijo a Cocus que estaba bien lo que hacía, pero que se abriera más a la derecha para salir jugando. Miró a Leandris y le dijo que se le acercara un poquito más al siete de ellos porque arrancaba solo; al arquero Denis le dijo que tratara de entregar mejor la pelota al ras del piso y, por último le dijo a Nico de Cobranzas: vos Nico estás corriendo de un lado a otro y no estás haciendo nada, Nico lo miró como diciendo y este quién es para decirme eso! A partir de ese día, la carrera de Nico cambió rotundamente y quedó listo para jugar en primera.

2 - Conociendo La tacita de Boedo.

Cocus y Victorinox organizaron una salida a almorzar juntos con Julio San Martín y se fueron en colectivo a La Tacita de Boedo. Cocus conocía el lugar y los otros dos no. Estuvo buena la salida porque compartieron una linda charla muy abierta de todos los temas y así fueron integrándose mejor fuera del ámbito donde siempre se veían, o sea en las frías oficinas de la empresa de camiones. Pero el detalle estuvo cuando salieron, porque fueron a tomar el 128 para volver; estando en la parada, vino el 75, que paró unos metros más allá. Ese también va! gritó Cocus y salió corriendo a agarrarlo, Victorinox hizo lo mismo y Julio San Martín, que no tenía el estado físico de Cástor y Polux se quedó mirando como ellos se iban en el otro colectivo.

3 - Señores dejo todo, me voy a ver al Santo. 

Con Victorinox, Julio San Martín fueron a la cancha de Huracán a ver el partido de San Martín de Tucumán contra el local, cuando el Santo tucumano estaba en la A. Previo a la entrada, a Victorinox lo eligieron para un control de alcoholemia, zafó y entraron a la cancha. Así él conoció la hinchada tucumana porque compartieron la tribuna, lástima que el Globo metió un gol sobre el final y San Martín se volvió triste a Tucumán y Julio San Martín, triste a su casa.

Julio San Martín invitó a Cocus a ver a San Martín contra Racing en Avellaneda. En aquella época, en primera división, podían ir a la cancha los visitantes. Allí estuvieron entonces en la popular del Santo, en la tribuna donde pasan cosas, al decir de Caparrós. Y pasaron muchas cosas, porque Turdó hizo el primero justo en el arco donde estaban Cocus y Julio San Martín. Después empató Racing, pero al final el Pescadito Urbano le dio los tres puntos a San Martín; así, Cocus se hizo un integrante mas de la Banda del Camión y sintió la emoción tucumana de la victoria.

Estas dos idas a la cancha junto a los muchachos de la empresa de camiones ayudaron a Julio San Martin a mostrarles a ellos el fervor de la tribuna del Santo. Quiso poner de manifiesto de ese modo que era real todo lo que les había contado en las charlas futboleras de los pasillos o de los paréntesis en las oficinas. 

4 - Sidra en Margot.

Se habían propuesto los tres salir algún viernes a tomar algo después de la oficina. Victorinox, Cocus y Julio San Martín fueron una tarde a tomar sidra tirada en el bar Margot, de la avenida Boedo. Allí donde el corso pone su escenario, justo en esa esquina, los tres se sentaron a la mesa que da a la ventana y le dieron fuerte a la sidra fresquita.

Esa vez quedaron atrás las charlas de siempre y vinieron nuevos temas a la mesa, como las mujeres y los sueños. Se dice que la sidra de Margot es especialista en esos temas y los tres confirmaron ese mito. Cuenta una leyenda de Almagro que muchas mujeres recorren en sueños, por las noches, el pasaje San Ignacio. Dicen que el viento las lleva entre los árboles y que cuando las ventanas de Margot están abiertas, entran y se enredan con los sueños de los parroquianos que se deleitan con la sidra. Si los sueños, las mujeres y los muchachos de bar entran en su magia, se sientan con ellos y comienzan un vinculo que vuela ansioso hacia las estrellas.

Ese vínculo de Victorinox, Cocus y Julio San Martín duró poco tiempo, pero fue bueno. Corría el segundo quinquenio de los años 2000 donde ocurrieron estos hechos. Después vinieron cosas que dejaron atrás aquellas salidas y la distancia se fue haciendo dueña de la relación; no importa que haya sido así, porque los instantes vividos en armonía fueron buenos y esos son los que se recuerdan para siempre.


Julio San Martín
CABA, 12 de agosto de 2017






jueves, 27 de julio de 2017

Uniendo historietas - 5 - Victorinox y Pambell


Julio San Martín llegó a la empresa un poco más tarde de lo normal por un trámite que había realizado en el centro. Era un día de tórrido verano porteño; en la recepción lo estaba esperando un muchacho apuesto y muy elegante luciendo un ambo de color natural, como si fuera un colombiano o un ecuatoriano a la hora pico de la labor en la zona de bancos.

El sector administrativo de la empresa de camiones estaba organizándose en aquella época y en el sector de Control Contable había ingresado a trabajar la señorita Pambell. Ella era muy atenta y lucía una juvenil elegancia propia de las modelos de la revista Pronto. Era simpática y dada a la conversación suelta y podía abordar cualquier tema.

Lo están esperando, le dijo la recepcionista a Julio San Martín quien saludó al señor y lo invitó a pasar. Fueron hasta la oficina triangular frente a la atenta mirada de las chicas del sector vecino que se miraban entre ellas y se preguntaban quién era. El señor Bagam se acercó a la oficina de Taxes y se hizo una pequeña reunión entre los tres.

Julio San Martín y la señorita Pambell habían entablado una tenue amistad. Ella venía hasta la oficina y siempre había algo para comentar; a veces un chisme, otras un estado de ánimo, pero cada vez que hablaban se hacía llevadero el diálogo.

Victorinox era el nombre del muchacho que a partir de ese día trabajaría junto a Julio San Martín en aquel entuerto impositivo que tenía la empresa de camiones. Ahí se puso en marcha una relación que perduraría en el tiempo con muchos dimes y diretes propios del devenir laboral. Victorinox tenía joven empuje, y hablaba mucho, le gustaba conversar e intercambiar opiniones e ideas, todo lo contrario a la amiga Alepé cuya voz poco se había conocido.

La señorita Pambell también empezó a hablar con Victorinox. Se hicieron compinches, porque ambos eran simpáticos y compartían anécdotas y hasta un lenguaje común, aquel de los chicos jóvenes que se diferenciaban de los modismos más tradicionales de Julio San Martín o del señor Bagam.

Con Victorinox entonces se hicieron charlas amenas y con Julio San Martín compartían la admiración por el mejor equipo de todos los tiempos: Boca Juniors. Así, en los ratos donde las cuestiones impositivas iban quedando de lado para descansar, se trenzaban en conversaciones futboleras, de cultura general y de mujeres también, porque no decirlo. Victorinox, le había echado el ojo a una de las chicas del sector vecino y se desarmaba por contestarle cuando ella venía a Taxes a preguntar algo.

La señorita Pambell era del equipo que estaba por descender en el año 2009, así que se tiraba con munición gruesa con los muchachos de Taxes.
Todo aquello era luz de día de oficina; a las seis de la tarde todo se terminaba y al día siguiente se reflotaba, pero todo quedaba allí. Lo bueno de Victorinox era que le gustaba contar lo que hacía; y por ejemplo decía que le gustaba escribir canciones y cantar, pero eso sí: en inglés. Justo Julio San Martín estaba estudiando inglés en el Centro Universitario de Idiomas y entonces podían compartir la poesía de Victorinox escrita en ese idioma. Su ídolo era Bon Jovi y no veía la hora de que viniera a Buenos Aires para ir a verlo.

Un día después del almuerzo, Victorinox se descompuso; se sintió mal y empezó a deslizarse en su silla. Julio San Martín lo ayudó y lo hizo acostar en el piso armando como una colchoneta con las cajas de archivo. Avisó a “Inhuman Resources” para que llamaran una ambulancia y ese sector, con la rapidez que siempre lo caracterizó se ocupó del tema. Una hora y media más tarde vino el médico y lo atendió. Victorinox había tenido alto stress por las múltiples actividades que realizaba; el médico le indicó que se fuera a su casa. Julio San Martín lo llevó en su auto.

Se trabajó duro en aquellos años, porque Julio San Martín y Victorinox se propusieron crear Tax Department que, a su juicio, la empresa de camiones tanto necesitaba. Lo hicieron con el ímpetu de Victorinox y la experiencia de Julio San Martín. Lo mejor que lograron ambos, fue el respeto con el que siempre se trataron. Victorinox siempre dejó que la respuesta del sector la diera Julio San Martín; también se ocupó de que el invisible organigrama de la oficina triangular se respetara. Con el correr del tiempo aquel hilo respetuoso que había tejido Victorinox en su relación de trabajo con Julio San Martín fue cortado de cuajo por el insensible actuar de otros personajes.

Una tranquila tarde de septiembre en el año 2008 Julio San Martín fue al baño y empezó a sentirse cada vez peor. Transpiraba frío y se le aceleraron los latidos del corazón. Se había mareado, tenía ganas de vomitar y sentía que se caía. Estaba solo; como pudo intentó salir del baño y llamar a alguien. Justo en ese momento, la señorita Pambell entraba al baño y lo vio en ese estado. LLamá a Victorinox, le dijo él y cayó. Ella entró al baño de hombres y lo ayudó. Él estaba tirado debajo de los mingitorios. Llegó Victorinox, llegó Bagam, Juanva y otra vez pidieron a “Inhuman Resources” la ambulancia. Vinieron los médicos, hay que hacerle un electrocardiograma, dijeron. No hay enchufe en el baño, dijo el paramédico. Yo lo enchufo en Cobranzas dijo uno y llevó un alargador.

Subieron a Julio San Martín a la ambulancia y lo llevaron al Sacre Cour, lejísimo de Pompeya. Victorinox fue con él en el viaje. Llegaron al Sacre Cour. Los médicos los dejaron en la guardia y se fueron. Victorinox tenía los papeles del electro. Vino la médica de la guardia, a ver, dijo. Este electro está bien, dijo. Y aquí que pasó?!, dijo, se detuvo el corazón?. No, dijo Victorinox, se desenchufó el aparato.

Para el pensamiento de Julio San Martín, ese día marcó un antes y un después. Un bajón pronunciado de presión producto del estrés, había tenido. Aprendió que la respuesta a una inspección de la AFIP puede esperar; había estado tratando de entender junto a Victorinox la conciliación entre los ingresos declarados por la empresa de camiones y los depósitos bancarios. Aprendió que el compañero de trabajo que es realmente compañero puede asistir a su compañero en el baño, aún si es de otro sexo; y aprendió que el empuje juvenil de la señorita Pambell y de Victorinox es también amistad.


Julio San Martín
CABA, 27 de julio de 2017


jueves, 20 de julio de 2017

Uniendo historietas - 4 - Alepé




La oficina triangular de Taxes se iluminó cuando llegó Alepé a trabajar allí. Aquel espacio oscuro y frío de uno de los rincones angulares ahora tendría perfume de mujer. Julio San Martín le dió la bienvenida y ella, con pocos palabras, agradeció y preguntó qué había que hacer. No sin antes aclarar que tenía mucho trabajo pendiente de su sector anterior, por lo que iba a ir "mechando" las nuevas tareas con los issues que traía bajo el brazo. 

Él le dijo "mejor andá terminando lo pendiente para que puedas meterte de lleno en las tareas de aquí"; y no sé, dijo ella, lo mío es largo, así que no sé cuándo voy a terminar. 

Glup!, pensó Julio San Martín.

En los días siguientes Alepé aportó silencios a la oficina; Julio San Marín recordó sus días de paseo por Tilcara y otros lugares de la Puna Jujeña y comparó el silencio del viento y la altura con el de Alepé: obtuvo el mismo resultado. No obstante, un mediodía caminando por la avenida Saenz Julio San Martín se encontró con ella y decidieron ir a almorzar juntos. Alli conoció la otra cara de Alepé. Él conocía la cara de la oficina triangular, la silenciosa, la introvertida, la del gesto adusto. 

En el almuerzo, ella se mostró totalmente distinta, con una sonrisa que nunca le había visto y con un conjunto de frases y oraciones de una conversación como nunca había tenido. Así las cosas, Julio San Martín pensó que Alepé era semejante al dios romano Jano, aquel de las dos caras; el que no tiene correlato en la mitología griega; el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Poco tiempo llevaba conociéndola y ella se manisfestaba así. A partir de ese día, para él, ella sería Jano.

Julio San Martín le abrió las puertas de la oficina triangular; era el comienzo de él en aquella empresa que se había propuesto progresar, pero por el devenir mismo de la realidad, no podía conocer cuál sería el final. Corría un tórrido verano en época de vacaciones y Julio San Martín estaba durmiendo una siesta en una tarde apacible frente al mar, cuando sonó su teléfono y lo llamaba el Sr. Bagam. Este le avisaba que Alepé se había ido de la empresa.

Y así se fue. Sin decirle nada a Julio San Martín. Sin decirle adiós, hasta nunca. Sin nada, sin habla, en silencio, callada, con la cara de Jano mirando quien sabe adónde. 

 Julio San Martín
CABA, 20 de julio de 2017

jueves, 13 de julio de 2017

Uniendo Historietas - 3 - "De Córdoba Capiiital"



En una de las entrevistas que tuvo que hacer cuando estaba intentando ingresar a la compañía, Julio San Martín se reunió en el centro, en el edificio donde está ARBA, con el Contador Bagam y el Licenciado Caalaye. Ahí conoció a este señor que luego, una vez ingresado ya a trabajar, pasó a ser el único superior en el cuadro jerárquico, que le propuso almorzar juntos. Nunca más, como tanto se dijo en este país, alguien salió a comer con Julio San Martín.

Hasta ese momento los jefes de Julio San Martín eran dos, Bagam y Caalaye. Después apareció otro, el Licenciado Juanva; o sea que a estas tres personas había que rendir cuentas. Cualquier cosa que quisiera decir Julio San Martín, tenía que decirla tres veces y explicarla tres veces. Es decir, si el Impuesto al Valor Agregado daba saldo a pagar, tenía que decirle a Bagam, a Caalaye y a Juanva. Una vez, ante un elevando monto a pagar de  IVA, lo llamaron a una reunión que había con los directores. Julio San Martín explicó la liquidación, una vez más - como diría Lerner - y el Lic. Caalaye dijo: "yo no entieeendo; antes teníamos saldo a faaaavor y ahora hay que paaagar?. Todos los asistentes, miraron a Julio San Martin con la mirada como si estuvieran esperando un corner. Todo se explicó, pero que buena pregunta se mandó Caalaye! Un amigo!

Con el pasar de los días, el Licenciado Caalaye y Julio San Martín fueron encontrando afinidades; el fútbol, la forma de ser de los hombres del interior del país y el deseo siempre presente de volver a la tierra de uno. En realidad Caalaye vivía de lunes a viernes en esta ciudad devoradora, como diría Neruda, y los fines de semana los pasaba en su querida "Córdoba Capiital" 

Desde el punto de vista del trabajo en la empresa de camiones, ellos hicieron un trabajo que permaneció aún después de él retirado; y Julio San Martín lo utilizó hasta su último presupuesto impositivo en la empresa. Juntos armaron una planilla que servía como herramienta para saber todos los vencimientos fiscales del mes. Este documento sirvió para muchas acciones que diferentes personajes en distintos puestos llevaron a cabo.

Algunos de esos personajes lo utilizaron, lo entendieron y le dieron uso; otros, un tanto más soberbios, al no ser de su autoria lo trataron con indiferencia, o intentaron destruirlo; y otros, peor aún, propusieron cambios en el armado, a los que su único autor presente, Julio San Martín, accedió porque vio una mejora en la información, pero no sin darse cuenta de que quien lo proponía no tenía la más pálida idea de cual era el real contenido de la herramienta. 

El recuerdo de Caalaye lo ha tenido Julio San Martín cada vez que ha trabajado con ese presupuesto;  alrededor de 156 veces lo preparó, puede decirse que Caalaye ha permanecido en su obra; quién sabe ahora si Julio San Martín permanecerá en su obra, tal vez ha llegado el final de aquel documento. Quizás es el poema de Borges el que se hace realidad con el trabajo de Julio San Martín y Caalaye, porque aquella herramienta y el empeño que se había puesto en ella "no sabrán nunca que nos hemos ido".

Julio San Martín 
CABA 13/7/2017  






domingo, 9 de julio de 2017

Uniendo historietas - 2 - La fiesta de fin de año




Personnel Department invitó a todo el personal a la fiesta de fin de año. Esta sería en un salón ubicado en la calle Sarmiento el viernes, de esa semana, a las 21 horas. Que bueno, pensó Julio San Martín, será muy lindo asistir. Allí estuvo él, en horario. Como hacía poco tiempo que estaba en la empresa de camiones, no conocía a toda la gente que allí estaba. Hablando con algunos de ellos, se enteró que había compañeros que venían del Centro de Distribución que estaba ubicado en la avenida Fair, en el partido de Esteban Echeverría.

Los mozos servían en la recepción ricos bocados y tragos que le hacían a acordar a las fiestas de los Tupperware que tantas veces había asistido. Compartió algunas rondas de charlas con diferentes grupos de gente y hasta entabló una conversación con uno de los directores, a quien había conocido en las entrevistas del ingreso. El hombre, del norte del país le habló amablemente y se hicieron algunos chistes sobre cuál de las empanadas del norte eran más ricas, las de su provincia o las de Famaillá. 

Pasaron al salón principal para la cena, había mesas muy bien servidas con manteles blancos y centros floreados; con cubiertos, copas y servilletas de tela. La comida fue muy rica y amenas las conversaciones con quienes compartían la mesa; sin conocerse, los vecinos de cena rieron y se divirtieron. La música empezó a subir su volumen y el baile se armó. En la pista aparecieron unas bailarinas y bailarines que enseñaron a bailar merengue. Todo fue muy divertido. La jefa de Personnel Department encabezaba todas las coreografías e invitaba a bailar a todos. 

El punto más divertido de la noche fue cuando empezaron los shows de los cuales eran protagonistas los mismos empleados. Julio San Martín no había sido invitado a ninguno, pero se divirtió mucho con ellos, sobre todo cuando el director del norte bailó caracterizado como John Travolta en la inolvidable Fiebre del sábado por la noche. Fue ése el punto que más lo sorprendió, la soltura de quienes en la empresa a veces no se veían, pero que en la pista de baile lucían al mejor estilo de Tony Manero.

El señor Bagam también había incursionado por la pista, muchas veces se cruzaron en algún ritmo frenético. Hablando con él en algún recreo musical, Julio San Martín le agradeció que le haya permitido estar allí, porque con su visto bueno, él pudo entrar a trabajar en la empresa de camiones. Mientras hablaban, el DJ tocó "Que tendrá el petiso" de Riki Maravilla. Julio San Martín miró alrededor y buscó con quién bailar ese tema.

Ella estaba allí, en la mesa de la empresa de la calle Famatina y él, sin dudarlo, la invitó a bailar. Ella se paró y su fueron a la pista; tenían el mismo estilo para el cuartetazo y se largaron a marcar pasos arrastrando los pies despacito hacia adelante y para atrás, recorriendo toda la pista. Como el ritmo de Riki iba elevando el nivel de exigencia, la performance iba siendo más intensa, igual que el movimiento de ella, que tenía una sensualidad de aquéllas, igual que Julio San Martín había imaginado cuando ella venía a la oficina de Taxes a que le calcule la retención de ganancias.

Lejos de las retenciones y del barrio del "olvidado sur" donde estaba la empresa, la fiesta de fin de año de diciembre de 2004 ha sido uno de los mejores momentos de Julio San Martín junto a aquella gente que compartía nueve horas con él de lunes a viernes. Tuvo allí el placer de la buena cena, la música, el baile y compartir la pista con la alegría de los demás. Y sobre todo el baile del cuartetazo, que quedó siempre en su memoria. 

Todo ello porque en esos momentos las cosas se veían simples y humildes, con camaradería, tal vez una palabra antigua, pero cuyo significado debe actualizarse día a día. Y con el respeto a todos esos valores: simpleza, humildad, compañerismo. Con los años aquellos principios se fueron alejando de la empresa, así como se van distanciando por la ruta de la vida los camiones de larga distancia o de expreso.  

Julio San Martín
CABA, julio de 2017    

viernes, 7 de julio de 2017

Uniendo Historietas - 1 - El Sr. Bagam y la Srta. Beto






Julio San Martín llegó a horario. Lo hicieron pasar hasta Control Contable, se hizo un lío con tantas puertas y pasillos, trató de memorizar por dónde iba, daba vueltas y vueltas hasta que llegó a una oficina grande con muchas chicas y chicos trabajando. En la puerta había un cartel que decía "Aforo".

Bienvenido, le dijo el jefe del sector, el señor Bagam, pasá que hablamos un poquito. Entre las formalidades del primer día, Bagam expresó las necesidades de la compañía y qué aporte debía hacer Julio San Martín. Estaba todo claro, hablaron un poco más de la información, de las registraciones y de los cálculos. Ah, dijo Bagam, tené en cuenta que esta empresa es muy especial.

Julio San Martín se fue a la oficina que sería suya según le había indicado Bagam. Esta tenía la forma de un triángulo, o era en falsa escuadra, o algo así. No tenía ventana. En la parte superior de una pared tenía unas banderolas muy altas con vidrios opacos. Uno de ellos tenía una perforación, a modo de un disparo. Se veía como si el "Sniper" Chris Kyle hubiera tirado con su fusil desde La Rumba en la avenida Saenz y hubiese dado en el blanco justo en esa ventana de la oficina, que a partir de ese día sería de Taxes.

Saliendo de la oficina triángulo escaleno, a la derecha estaban los baños y a la izquierda la puerta de entrada a la Control Contable donde estaba Bagam y su troupe. Ya ubicado en su escritorio que cortaba la falsa escuadra del triángulo escaleno, Julio San Martín se dio cuenta que no tenía ningún útil para trabajar. Él venía de una escuela anterior a muchas de las personas que estaban en Control Contable, solo Bagam andaba en los mismos tramos de su edad, los demás y las chicas principalmente, eran bien jóvenes. A una de ellas se acercó Julio San Martín para pedirle útiles. Ella lo miró sin decirle nada, él la miró, no se acordaba cómo era su nombre después de tantas presentaciones que había tenido en esa oficina. La chica llamó por teléfono y dijo: me mandás útiles para el señor nuevo, por favor? Frito, el señor nuevo Julio San Martín volvió al triángulo escaleno. Ahí recordó el nombre de la chica: Betina; pero le decían Beto.

Llegó la hora de la salida. Escuchó, porque no veía desde su oficina, que todos se saludaban e iban. A él nadie lo saludó. Hasta que él también se fue y saludó a los únicos que estaban todavía en la oficina: el señor Bagam y la señorita Beto.

Volvió a su casa por la calle 24 de noviembre. Era el día del cumpleaños de su esposa. Pasaron una linda velada. Julio San Martín se acostó, agradeció a Dios por el trabajo nuevo; por haber tenido otra vez un primer día de trabajo en un desconocido lugar a los 48 años. Recorrió mentalmente todo lo acontecido en el día y como último pensamiento de la noche le surgió una pregunta. ¿qué tendrá de especial esta empresa de camiones?

Transcurría septiembre de 2004.

Julio San Martín
CABA, 03 de julio de 2017

jueves, 25 de mayo de 2017

Los patriotas del rosquete






En el diario La Gaceta de Tucumán, del día de hoy, se ha publicado una nota a un vendedor de escarapelas y banderas. Según cuenta el Sr. Velázquez, el vendedor, empieza su temporada hoy 25 de mayo y termina el 9 de julio. En ese lapso, de acuerdo a sus 43 años de experiencia en la venta ambulante, se produce el pico de ventas. Sin embargo, en este año, el resultado esperado de sus ventas no será favorable porque, según él, hay pocos patriotas.

Pienso que este señor es quien mejor entiende el comportamiento de la sociedad; no solamente la sociedad tucumana, sino la del país. En este caso, la escarapela es un símbolo de la caída que experimenta el consumo en Argentina. Al mismo tiempo, el señor Velázquez dice que fuera de la temporada, él realiza otras ventas con el mismo sistema: vende masas y rosquetes por los barrios. 

Aquí es donde la nota cobra el punto más alto de mi interés. Este señor vendedor lleva en su canasto, me parece verlo en este momento, el producto tucumano que es inolvidable para mi: el rosquete. 

No sé si en caso de caída de las ventas de los rosquetes, el vendedor podrá decir algo parecido a "ya no hay patriotas". No creo que eso ocurra porque los patriotas del rosquete, como soy yo, estaremos siempre en cualquier barrio de Tucumán, en nuestras casas, esperando que pase el señor Velázquez.

Podrán quedar pocos patriotas, podrá caer el consumo, pero mi amor por el rosquete estará siempre en plena temporada.


Julio San Martín
Ciudad de Buenos Aires, 25 de mayo de 2017

jueves, 11 de mayo de 2017

Historia de la poesía I

Homero - Auguste Leloir (Museo de Louvre)

A partir de la lectura de un ensayo de Octavio Paz, aquel Premio Nobel de Literatura del año 1990, descubrí que la historia de la poesía es la historia misma de la humanidad. En efecto, me propuse leer cada párrafo de la obra de Paz y analizarla lo mejor que pueda, siendo yo un Contador Público Nacional que poco entiende del tema, pero que tiene unas ganas de saber de poesía y de apreciar la misma, más que nadie en esta tierra.

Así es que tomaré el tema desde lo que escribió Octavio Paz en su "Cuantía y valía", de La otra voz, poesía y fin de siglo (Seix Barral - Biblioteca Breve 1990), donde empiezo a aprender todo lo que necesito. Veamos.

Dice Paz, "Homero es el origen de Grecia, y por lo tanto de nuestra poesía. Sus grandes poemas, sus héroes y su moral fueron los arquetipos estéticos y éticos de griegos y romanos. En cierto modo, La Ilíada y La Odisea fueron la Biblia y los Vedas de los helenos. Los niños y los adolescentes recitaban los viejos hexámetros al mismo tiempo que aprendían a sumar o a ejercitarse en el gimnasio" 

Desde el período helenístico, estas obras han sido consideradas relatos históricos reales y es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental. 

La Ilíada, cuyo argumento se basa en la guerra de Troya, tiene a "heroico" como la palabra clave en el poema, porque es lo que supera el nivel común y así se comportan, para bien o para mal sus personajes. Los humanos como en la tragedia tienen su libertad limitada, están sometidos a las intrigas y la voluntad de los dioses. En la Ilíada actúa como que no sabe que narra cosas maravillosas porque no tiene con qué compararlas, no narra desde abajo cosas elevadas. Uno de los temas fundamentales es el de la amistad.

La Odisea, cuyo argumento es el retorno de Odiseo (cuyo nombre significa 'ansia de saber') a Ítaca es la segunda de las maravillosas epopeyas que dan comienzo a la épica occidental. Los temas son el regreso y la venganza, pero también la nostalgia, el amor a la paz doméstica, la fidelidad.
Ambas destacan por su unidad y coherencia, resaltando la inteligencia y la astucia, el riesgo y la aventura. Homero pone de relieve sentimientos humanos primordiales. 
Con estas obras, la formación de los niños y adolescentes era de alto contenido en valores y referencias, porque si la amistad, el héroe, la venganza, la nostalgia y la fidelidad formaban parte de un relato real, automáticamente podían utilizarse en el aprendizaje primordial.
En 1977, Jorge Luis Borges escribió su poema Las Causas, donde menciona al hexámetro. Los que vivimos en aquella década y conocimos ese poema, si bien no éramos los niños o adolescentes de la época de Homero, tuvimos a nuestro alcance la educación con los valores de la Ilíada y la Odisea. Borges dijo asÍ:
Los ponientes y las generaciones. 
Los días y ninguno fue el primero. 
La frescura del agua en la garganta 
de Adán. El ordenado Paraíso. 
El ojo descifrando la tiniebla. 
El amor de los lobos en el alba. 
La palabra. El hexámetro. El espejo. 
La Torre de Babel y la soberbia. 
La luna que miraban los caldeos. 
Las arenas innúmeras del Ganges. 
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. 
Las manzanas de oro de las islas. 
Los pasos del errante laberinto. 
El infinito lienzo de Penélope. 
El tiempo circular de los estoicos. 
La moneda en la boca del que ha muerto. 
El peso de la espada en la balanza. 
Cada gota de agua en la clepsidra. 
Las águilas, los fastos, las legiones. 
César en la mañana de Farsalia. 
La sombra de las cruces en la tierra. 
El ajedrez y el álgebra del persa. 
Los rastros de las largas migraciones. 
La conquista de reinos por la espada. 
La brújula incesante. El mar abierto. 
El eco del reloj en la memoria. 
El rey ajusticiado por el hacha. 
El polvo incalculable que fue ejércitos. 
La voz del ruiseñor en Dinamarca. 
La escrupulosa línea del calígrafo. 
El rostro del suicida en el espejo. 
El naipe del tahúr. El oro ávido. 
Las formas de la nube en el desierto. 
Cada arabesco del calidoscopio. 
Cada remordimiento y cada lágrima. 
Se precisaron todas esas cosas 
para que nuestras manos se encontraran.

Notes:

Unos quinientos años antes de la Era Cristiana escribió: Chuang-Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba que era un hombre.
Historia de la noche (1977)

domingo, 1 de enero de 2017

Quién sabe de este amor?




El tiempo lo sabe,
Saben los cerros,
La avenida se ha enterado.

Ahora sé que un corazón juvenil siempre es igual.
Otros le llamarán espera.

Ella ha sabido aguardar. Ha confiado en su esperanzado corazón.
Y ha tenido el valor de gritar el amor.

Él ahora lo sabe, porque ha escuchado ese grito.
Y ha encendido una nueva luz a su alicaído vivir.

Cuando la pintura del artista empieza a tomar forma, la mano del
arte comienza a sentirse enamorada.

Ella es la pintura. Pinta las tipas, los helechos. Él es el lienzo.
Recibe los trazos del amor y los siente. Son nuevos, pero lo hacen
estar presente.

Ahora los dos esperan a la distancia. Qué esperan?
Que el arte del amor los envuelva. Que los lleve a un marco general.

Para que el aire también lo sepa.

Para que ese amor se respire libremente.
Estamos a un paso. Yo de sentirme amado,
y tú que te sientas la más querida.
Cuándo?,Ahora!
Ahora que lo saben los cerros, el tiempo y la avenida.

Julio San Martín
Ciudad de Buenos Aires, 19 de diciembre de 2016.



Oda a la Claridad

La tempestad dejó 
   sobre la hierba 
   hilos de pino, agujas, 
   y el sol en la cola del viento. 
   Un azul dirigido 
   llena el mundo. 
 
   Oh día pleno, 
   oh fruto 
   del espacio, 
  mi cuerpo es una copa 
  en que la luz y el aire 
  caen como cascadas. 
  Toco 
  el agua marina. 
  Sabor 
  de fuego verde, 
  de beso ancho y amargo 
  tienen las nuevas olas 
  de este día. 
  Tejen su trama de oro 
  las cigarras 
  en la altura sonora. 
  La boca de la vida 
  besa mi boca. 
 
  Vivo, 
  amo 
  y soy amado. 
  Recibo 
  en mi ser cuanto existe. 
  Estoy sentado 
  en una piedra: 
  en ella 
  tocan 
  las aguas y las silabas 
  de la selva, 
  la claridad sombría 
  del manantial que llega 
  a visitarme. 
  Toco 
  el tronco de cedro 
  cuyas arrugas me hablan 
  del tiempo y de la tierra. 
  Marcho 
  y voy con los ríos 
  cantando 
  con los ríos, 
  ancho, fresco y aéreo 
  en este nuevo día, 
  y lo recibo, 
  siento 
  cómo 
  entra en mi pecho, mira con mis ojos. 
  Yo soy 
  yo soy el día, 
  soy 
  la luz. 
  Por eso 
  tengo 
  deberes de mañana, 
  trabajos de mediodía. 
  Debo 
  andar 
  con el viento y el agua, 
  abrir ventanas, 
  echar abajo puertas, 
  romper muros, 
  iluminar rincones. 

  No puedo 
  quedarme sentado. 
  Hasta luego. 
  Mañana 
  nos veremos. 
  Hoy tengo muchas 
  batallas que vencer. 
  Hoy tengo muchas sombras 
  que herir y terminar. 
  Hoy no puedo 
  estar contigo, debo 
  cumplir mi obligación 
  de luz: 
  ir y venir por las calles, 
  las casas y los hombres 
  destruyendo 
  la oscuridad. Yo debo 
  repartirme 
  hasta que todo sea día, 
  hasta que todo sea claridad 
  y alegría en la tierra. 

Pablo Neruda