El 4 de julio de 1974, en el velatorio de Juan Domingo Perón que se realizaba en el Congreso de la Nación, el Dr. Ricardo Balbín pronunció este memorable discurso. La dialéctica y la oratoria del caudillo radical de entonces constituye una obra del arte de la expresión que debiera ser estudiada por los políticos de hoy. No sólo tendría que aprenderse el modo de la dicción y la riqueza de las palabras justas del momento, sino de la moral del hombre de contiendas despidiendo a su contrincante de siempre.
Pero ha sido dicho este discurso con tanta altura que no puede dejar de compararse con las barbaridades que hoy se dicen en los actos políticos o en las reiteradas cadenas nacionales. Hoy imperan palabras o expresiones como, bueno...nada; feito, es como que, viste cuando... y otras bajezas que hacen que el sentido de la lingüística sólo sea del recuerdo.
En el aniversario de su desaparición física, rindo este homenaje al Dr. Balbín.
Llego a este importante y trascendente lugar, trayendo la palabra de la Unión Cívica Radical y la representación de los partidos políticos que, en estos tiempos, conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la unidad nacional: el esfuerzo de recuperar las instituciones argentinas y que, en estos últimos días, definieron con fuerza y con vigor su decisión de mantener el sistema institucional de los argentinos. En nombre de todo ello, vengo a despedir los restos del señor Presidente de la República de los argentinos, que también con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo, en una conciencia nueva, que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de servir la causa común de los argentinos.
No sería leal, si no dijera también que vengo en nombre de
mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos
últimos tiempos la comprensión final, y por haber sido leal en la causa de la
vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto.
Ahí nace una relación nueva, inesperada, pero para mí fundamental, porque fue
posible ahí comprender, él su lucha, nosotros nuestra lucha ya través del
tiempo y las distancias andadas, conjugar los verbos comunes de la comprensión
de los argentinos.
Pero guarde yo, en lo íntimo de mi ser, un secreto que tengo la obligación de
exhibirlo frente al muerto. Ese diálogo amable que me honró, me permitió saber
que él sabía que venía a morir a la Argentina, y antes de hacerlo me dijo:
'Quiero dejar por sobre todo el pasado, este nuevo símbolo integral de decir
definitivamente, para los tiempos que vienen, que quedaron atrás las
divergencias para comprender el mensaje nuevo de la paz de los argentinos, del
encuentro en las realizaciones, de la convivencia en la discrepancia útil, pero
todos enarbolando con fuerza y con vigor el sentido profundo de una Argentina
postergada.'
Por sobre los matices distintos de las comprensiones, tenemos todos hoy aquí en
este recinto que tiene el acento profundo de los grandes compromisos, que
decirle al país que sufre, al pueblo que ha llenado las calles de esta ciudad
sin distinción de banderías, cada uno saludando al muerto de acuerdo a sus
íntimas convicciones -los que lo siguieron, con dolor; los que lo habían
combatido, con compresión -, que todos hemos recogido su último mensaje: 'He venido
a morir en la Argentina, pero a dejar para los tiempos el signo de paz entre
los argentinos".
Frente a los grandes muertos. ...frente a los grandes muertos tenemos que
olvidar todo lo que fue el error, todo cuanto en otras épocas pudo ponernos en
las divergencias; pero cuando están los argentinos frente a un muerto ilustre,
tiene que estar alejada la hipocresía y la especulación para decir en
profundidad lo que sentimos y lo que tenemos. Los grandes muertos dejan siempre
el mensaje .
Sabrán disculparme que recuerde, en esta instancia de la historia de los
argentinos, que precisamente en estos días de julio, hace cuarenta y un años el
país enterraba a otro gran presidente: el doctor Hipólito Yrigoyen.
Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los
compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería el futuro,
porque vino a morir para el futuro, yo le digo Señora Presidente de la
República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones
argentinas, que usted simboliza en esta hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario