Cortázar dijo que la literatura es un conjunto de puentes que unen diversos mundos. A modo de homenaje, en su aniversario, traigo un resumen del cuento Los Venenos (Final del Juego - 1956) que es considerado como autobiográfico. Para mi ha sido importante conocer este cuento, porque me ha mostrado cómo el amor va creciendo a la par de la persona.
Cuando leo y releo este cuento, al cual conocí un sábado de lectura colectiva en el Bar Bonjour de Coronel Díaz y Guemes, me siento uno de los personajes.
He aquí el texto:
Es un niño el que nos habla en primera persona, a su modo y a sus tiempos. Para el narrador, la tranquilidad del verano en Banfield se ve afectada por la llegada del tío Carlos y una máquina para matar hormigas, que será objeto de su atención y entusiasmo por unos días. El relato se adentra con sutileza en la configuración típica de estos días de verano en las pequeñas ciudades: las horas interminables buscando algo para hacer; el billiken, los juegos en el patio -terreno de aprendizaje de todo niño-, y el recreo durante la siesta. El foco de atención pasa lentamente de la máquina para las hormigas (descrita y analizada con la inocencia y el infinito asombro de los niños) a la relación entre el recién llegado primo Hugo, la hermana del niño y Lila, una vecina de la casa de al lado. Es aquí donde el lector se deja llevar de la mano por la pluma de Cortázar hacia un final inesperado que hace resignificar el título “Los venenos”: un día después de la partida de Hugo, mientras el niño ayuda a su tío Carlos con la máquina, descubre sin querer que su primo le regaló a Lila una hermosa pluma de pavo real que sólo mostraba a ciertas personas. Desilusionado y lleno de ira, vuelve hacia la máquina de matar hormigas, recargándola de veneno, sin importarle que con su humo podía llegar a matar un jazmín que él le había regalado a Lila y que se hallaba en su jardín. Lleno de tristeza y desazón por haber sufrido el primer gran desamor.
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