jueves, 11 de diciembre de 2025

LEGENDARIO RECUERDO

 

En uno de los viajes que mi papá me llevó desde Tafí Viejo hasta Salta; y desde allí a Embarcación, conocí el “coche especial” que él tenía para trabajar. Era un vagón donde viajaba él solo y tenía una oficina, un dormitorio, baño y cocina. El viaje era en un tren carguero y el vagón iba enganchado al final de la formación. Allí viajamos juntos, en una maravillosa experiencia de mi niñez y adolescencia.








El tren se detenía en cada estación, mi papá tenía que controlar si allí había combustible suficiente de acuerdo a unas planillas que llevaba y que solo él entendía. El viaje parecía que no tenía final, porque en cada estación se quedaba un largo rato. Luego seguía en la búsqueda de una nueva parada y en el viaje él me iba diciendo para qué servía cada señal que aparecía al “costado de los rieles”, como dijera Héctor Tizón.

Una vez, creo que era en la estación Pichanal nos quedamos a pasar la noche. El coche de mi papá se desenganchó de la formación y nos quedaríamos allí hasta que un nuevo carguero nos volviera a enganchar y seguiríamos. Recuerdo que esa noche mi papá preparó una cena estupenda y luego salimos a caminar por el centro de la ciudad a conocer. Allí vimos un cine y él dijo que pasaban una película muy buena y que íbamos a entrar a verla.

No recuerdo hoy después de tantos años cuál era la película, pero sí que era un western clásico de aquella época con los cowboys buenos y malos que luchaban entre sí. El malo de la historia era uno que le decían El Legendario, sólo eso recuerdo del film. Pero lo vimos con gran entusiasmo y fue mi primera vez en el cine lejos del Metro y del Alberdi de Tafí Viejo.

Cuando empezamos a andar en el nuevo tren, nos sentamos con mi papá junto a la puerta de la oficina de su vagón, uno de cada lado, y mirábamos cómo las vías iban quedando atrás con el andar del tren. La marcha era a la velocidad prudente de los cargueros pero nuestra emoción de estar juntos y mirar cómo el camino quedaba atrás, era muy alta y para recordar la noche anterior, con la película que habíamos visto, los dos gritábamos “Legendarioooooo” como lo hacían los protagonistas de la película.

Así nos divertíamos en esa vida de viajes, de metros que avanzaba el tren y de kilómetros que juntos compartíamos. Hoy me acordé de esos días de los trenes, de Pichanal, la película y de mi papá.

Será porque hoy es el Día del Padre tal vez. Si es por eso, miro atrás las vías de mi vida que van quedándose, veo la estación donde mi papá se ha quedado y yo sigo. Viajo en el tren de la vida de cargas que todos tenemos, pero con el combustible (el mismo que mi papá controlaba) que él me ha dado, para ir directo a una nueva estación de este viaje, que es la vida. La estación de los gratos recuerdos y de las emociones.

¡Altísimo Señor, que lleguemos pronto a ella!

Julio San Martín, en CABA, 15 de junio de 2025

martes, 28 de octubre de 2025

Café Literario del 27/10/2025

 



Ana Maria Di Benedetto

4:45 p.m. (hace 0 minutos)
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Muchas gracias Julio!
Hermoso y enriquecedor encuentro.
Y daba para seguir...!
Abrazo fuerte a todos y hasta la proxima!