sábado, 30 de enero de 2021

"La paz es el camino". Mahatma Gandhi


"No hay camino hacia la paz. La paz es el camino". Mahatma Gandhi.

 En un mall de Berlín luce esta placa en el piso. Pienso que está puesta allí para encontrar el camino. Quizás ahí se da el primer paso. Como él pidió, llevemos a cabo ese andar con "total fidelidad a los dictados de la conciencia", como pregonaba a quien Rabindranath Tagore le dio el nombre honorífico de Mahatma (grande-alma).

Mohandas Karamchand Gandhi, Porbandar, India británica, 2 de octubre de 1869, Nueva Delhi, Unión de la India, 30 de enero de 1948. 



lunes, 25 de enero de 2021

El vacío infinito

 

Hoy pasaron dos cosas que me hicieron acordar de mi hermano. A la tarde, hicimos un diálogo en un posteo con recuerdos taficeños y hablamos de la ubicación geográfica de Santo González, un lugar característico de Tafí Viejo. Curiosamente yo no me acuerdo de dónde era, a pesar del esfuerzo del amigo Pepe Ibiri sigo sin saber.
En casos como éste yo de inmediato le preguntaba a Ricardo, él me decía todos los detalles, conversábamos y nos reíamos siempre con alguna anécdota. Más tarde, a la noche un amigo me mandó un video de una canción de Los Mirlos. Cuando se daba eso, yo rápidamente se lo reenviaba a Ricardo porque a él le gustaba mucho la cumbia peruana y también compartíamos recuerdos de carnaval, de los bailes a la siesta, del carnaval en Tiro.
Lastimosamente, hoy no pude hacer ninguna de las dos cosas, ni preguntarle dónde es un lugar de Tafí, ni compartir una cumbia.
No saben amigos la tristeza que me dio. Porque ése es el vacío. Así queda un hombre cuando su hermano se va. Recordé enseguida, ante este sufrimiento, a mi tío Juan cuando su hermano, mi tío Felipe se fue al más allá. Yo era chico y veía al tío triste y me partía el alma.
Quizás hoy se junten en el cielo mis tíos Juan y Felipe Diaco con mi hermano Ricardo Lezcano y seguro sabrán que yo sé del sufrimiento de la ausencia, del vacío y de la separación infinita. Ésa es, en definitiva, la crueldad del fin de una vida cercana.
En la ilustración me encuentro en Tafí Viejo en la que era mi casa en la calle Balcarce, señalo allí el escudo de River que mi papá hizo colocar en la reja de las ventanas. Esto ha sido en octubre de 2019.

Julio San Martín, 25 de enero de 2021 en CABA.

sábado, 23 de enero de 2021

Impresionista y surrealista

 


En 1832, el 23 de enero

Nace en París

Edouard Manet

El pintor excelso

Que inició el movimiento

Impresionista.

 

Salvador Dalí, en 1989,

De ochenta y cuatro años,

Encontrándose en Figueras,

Muere siendo el máximo

Representante del movimiento

Surrealista.

 

El momento de la luz

Antes que las formas

De la identidad

Es el que buscó Manet

Y sí que lo logró.

Más grande en

El arte. Y viene desde

La filosofía.

El movimiento

Que quiere sobrepasar

Lo real. Fiel exponente de él

Ha sido Dalí.

 

El día de enero

Que los une, es hoy.

Uno nace y el otro muere.

Así como todos los días.

La luz y la oscuridad.

El día y la noche.

El principio y el fin.

Lo real y lo irreal.

El 23 de enero  los reúne.

 

Julio San Martín, 23 de enero de 2021 en CABA.

sábado, 16 de enero de 2021

1971 - 2021 Medio siglo del premio Nobel al poeta Pablo Neruda

 

En este año se cumplen 50 años de la distinción al gran poeta chileno y se harán homenajes en todo el mundo.
Esto es así porque Neruda ha dejado sus huellas en muchos lugares del mundo. En Chile existen tres Casa Museos: Isla Negra y la Sebastiana en Valparaíso y La Chascona en Santiago. En Capri, la isla italiana, también ha tenido su refugio el poeta. En España, Madrid y Santander también lo recuerdan, con nombres de institutos y con las obras de colección.
En Argentina, en Neuquén, en un barrio de Salud Pública, se han rebautizado las calles por iniciativa de los vecinos, quienes eligieron versos de Neruda para llamarlas, por ejemplo “Alturas del Machu Pichu”. Quisiera estar ya caminando por ese barrio neuquino.
En los días previos al nombramiento, Neruda había escrito: “estábamos preparándonos para la anual decepción”, pero en ese año, en 1971 pudo festejar.
Así habló al recibir el premio:
“Señoras y Señores:
Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría…en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo…”
En nuestros Café Literarios de 2021 estaremos refiriéndonos a don Pablo Neruda.

viernes, 8 de enero de 2021

La Chiquita

 









La Chiquita
Así la llamó Ricardo
Cuando la trajo a la casa.
Sin saber qué pasa
Ella mira la puerta
Está siempre despierta
Alerta
Por si él la llama.

Julio San Martín, CABA 5 de enero de 2021

Dondequiera - Ada Albrecht



 Dondequiera


Dondequiera que me lleves que haya Música,
Padre mío, mi Señor, que haya Poesía,
y haya monjes de almas puras que rezando
me despierten a tu Reino: la Alegría.

Dondequiera que me lleves, Adorado,
llévame siempre contigo y de Tu mano,
para que la vida nunca me desvíe
de Tu Amor y de tu Cielo soberano.

Ada Albrecht (fundadora de Hastinapura)

Ilustración: fotografía que me ha enviado mi amigo Carlitos González.

Feliz cumpleaños a mi hijo Nicolás Jordán!

 Feliz cumpleaños a mi querido hijo Nicolás Jordán. Deseo que lo pase muy lindo, que disfrute su día con alegría y una lluvia de

felicidades
. Hoy, como hace 31 años, celebro su llegada y lo acompaño en cada instante de su vida, siempre a












su lado y para siempre.

domingo, 3 de enero de 2021

A 42 años de aquel día


 

El tres de enero

El 3 de enero de 1979 mi papá me trajo el boleto del Estrella del Norte para viajar a Buenos Aires; el viaje era al día siguiente. Me apresuré a avisar a mis vecinos, parientes y amigos porque había poco tiempo para la despedida. Le dije a Doña Marta y a Don Carmelo. Me fui a la avenida, al bar El Ciervo. Estaban los de siempre jugando, entre ellos, mi compañero y amigo Agustín González; cuando le dije que al día siguiente me iría a vivir en Buenos Aires, me dijo: dentro de dos semanas vas a estar de vuelta.

 

Ya con la valija lista, me fui al fondo de la casa a mirar el patio, la tapia, el gallinero y atrás, arriba, alto, azul, el cerro. Les dije adiós a todos. Salí de mi casa y saludé a Doña Marta que estaba esperándome en la vereda, saludé a Don Rearte, a la madre de Yunín y al llegar a la esquina, entré en la casa de Carlos González; allí estaba toda su familia y nos saludamos, todos me desearon suerte.

 

Llegamos a la parada del ómnibus en la iglesia, en la punta de la avenida, desde allí la miré, la vereda derecha del cine Metro que tantas veces caminé cuando iba hacia el centro; la platabanda que estaba firme como siempre y marcando el medio de la avenida; la vereda izquierda, la del cine Alberdi, que era el obligado regreso a la casa. Saludé a la avenida con un nudo en la garganta.

 

Ya en la estación del Mitre, el tren estaba listo y mi papá, sabio de estos viajes, subió al coche donde estaba mi asiento y acomodó mi valija. Ella, mi novia de antes, mi amiga de ese tiempo había ido a despedirme. Los miré por la ventanilla cuando el tren se puso en marcha y había comenzado a irme. Lágrimas teníamos los tres, mi papá, ostensible como siempre, ella recatada tras sus anteojos oscuros con la suave brisa moviéndole el pelo y yo, alejándome cada vez más por la fuerza del viaje, los veía parados, quietos y tristes en el andén. El único que estaba en movimiento era yo, pero en el movimiento del trayecto, de la despedida y de la ida sin saber del regreso.

Mis tres compañeros de viaje eran amigos entre ellos, decían que iban a buscar trabajo, que les habían dicho que en Buenos Aires se conseguía lo que en Tucumán era casi imposible: un trabajo, un lugar para aprender o para hacer lo que uno sabe, donde a uno le paguen por eso; para que pueda vivir, ayudar a su familia y a superarse en estos comienzos de la vida de adultos.

A la hora de la cena, yo abrí mi paquete con un pollo hervido que me había preparado mi mamá. Vi que ellos no tenían algo preparado para comer; les ofrecí compartir el pollo; uno de ellos sacó, envuelto en un repasador, un bollo. Hicimos una mesa común y comimos pollo con bollo. El tren paró en una estación escondida en la noche y uno de los changos se bajó y volvió con un vino tinto y una Fanta. Nunca olvidaré aquella cena en tránsito hacia la gran ciudad.

Al día siguiente, el tren entró en Retiro. La estación del Mitre era inmensa a los ojos de los changos de Tucumán que empezaban a ver la ciudad. Había mucha gente esperando el tren; me asomé y vi, a los lejos, a mi tío Mauricio, con saco y corbata, como siempre. Ya en suelo porteño lo abracé y me abrazó con la felicidad del reencuentro. Mi papá había hablado con él y por eso me estaba esperando para llevarme a su casa.

Ese abrazo en mi primer instante en esta ciudad ha sido como el aquel de despedida que le diera a mi viejo en Tucumán. Estar aquí con mi tío Mauricio era el comienzo de una nueva vida. El me ofreció ese desafío con su sonrisa; sin decírmelo me invitó a empezar en la lucha. Sus manos firmes me dieron el divino impulso del comienzo. Era el cinco de enero de mil novecientos setenta y nueve y yo empezaba a vivir el futuro.

Aquel futuro que había soñado mi mamá ya estaba en marcha. Ya estaba yo en Buenos Aires, pleno de vida, con veintiún años de edad y las fuerzas intactas. Allí empecé a vivir la vida de la ciudad. El destino marcó en mi vida que el día cinco de enero sería de vital importancia para mí.

Años después, el cinco de enero de mil novecientos noventa nació mi hijo.


Julio San Martín

3 de enero de 2012