jueves, 20 de julio de 2017

Uniendo historietas - 4 - Alepé




La oficina triangular de Taxes se iluminó cuando llegó Alepé a trabajar allí. Aquel espacio oscuro y frío de uno de los rincones angulares ahora tendría perfume de mujer. Julio San Martín le dió la bienvenida y ella, con pocos palabras, agradeció y preguntó qué había que hacer. No sin antes aclarar que tenía mucho trabajo pendiente de su sector anterior, por lo que iba a ir "mechando" las nuevas tareas con los issues que traía bajo el brazo. 

Él le dijo "mejor andá terminando lo pendiente para que puedas meterte de lleno en las tareas de aquí"; y no sé, dijo ella, lo mío es largo, así que no sé cuándo voy a terminar. 

Glup!, pensó Julio San Martín.

En los días siguientes Alepé aportó silencios a la oficina; Julio San Marín recordó sus días de paseo por Tilcara y otros lugares de la Puna Jujeña y comparó el silencio del viento y la altura con el de Alepé: obtuvo el mismo resultado. No obstante, un mediodía caminando por la avenida Saenz Julio San Martín se encontró con ella y decidieron ir a almorzar juntos. Alli conoció la otra cara de Alepé. Él conocía la cara de la oficina triangular, la silenciosa, la introvertida, la del gesto adusto. 

En el almuerzo, ella se mostró totalmente distinta, con una sonrisa que nunca le había visto y con un conjunto de frases y oraciones de una conversación como nunca había tenido. Así las cosas, Julio San Martín pensó que Alepé era semejante al dios romano Jano, aquel de las dos caras; el que no tiene correlato en la mitología griega; el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Poco tiempo llevaba conociéndola y ella se manisfestaba así. A partir de ese día, para él, ella sería Jano.

Julio San Martín le abrió las puertas de la oficina triangular; era el comienzo de él en aquella empresa que se había propuesto progresar, pero por el devenir mismo de la realidad, no podía conocer cuál sería el final. Corría un tórrido verano en época de vacaciones y Julio San Martín estaba durmiendo una siesta en una tarde apacible frente al mar, cuando sonó su teléfono y lo llamaba el Sr. Bagam. Este le avisaba que Alepé se había ido de la empresa.

Y así se fue. Sin decirle nada a Julio San Martín. Sin decirle adiós, hasta nunca. Sin nada, sin habla, en silencio, callada, con la cara de Jano mirando quien sabe adónde. 

 Julio San Martín
CABA, 20 de julio de 2017

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