martes, 8 de noviembre de 2011

09 de noviembre - Feliz cumpleaños, amigo Marino Nieva

Julio San Martín ha sido lento para desarrollar algunos de sus talentos en su niñez. El fútbol en la calle, en la vereda, entre las zanjas de las cloacas que se construían enfrente de su casa, en la escuela, era una virtud que él explotaba muy bien. Jugaba y jugaba cada vez que se le presentaba una pelota delante de sus pies.

Lo que no había podido desplegar desde chico era su habilidad para andar en bicicleta; mejor dicho, no había aprendido a andar al mismo tiempo que sus demás compañeros, vecinos y amigos. Todos sabían andar, él no. Todos habían aprendido con facilidad, él no; para él aprender a andar en bicicleta había sido una tarea muy difícil.

Cuando supo, ya con el manubrio bajo control, con el equilibrio manejado y lejos de usar rueditas accesorias en la rueda de atrás, tuvo que vencer la vergüenza a ser visto. Julio San Martín iba por la Balcarce hacia la avenida; si veía venir a Marino Nieva, veloz en su bicicleta, él sentía timidez y doblaba a la derecha en la Rivadavia como subiendo al cerro.
Pero, como todo lo que la vida pone entre las manos de los hombres, ese apocamiento se fue yendo y pudo salir a andar con Marino y a demostrarle cómo sabía hacerlo, incluso había aprendido a revolear la pata para subir.

Una vez, Marino estaba con su bicicleta y Julio San Martín a pie. Éste le ofreció llevarlo a dar una vuelta y demostrarle así cómo sabía andar. Bueno, dijo Marino. Estaban en la calle La Paz, cerca de la esquina con la Reconquista. Se acercaron a un bordo, Julio San Martín subió a la bici y Marino, parado del lado de la calle, levantó su pierna de derecha y se sentó de costado en el caño.

Julio San Martín se dio impulso con su pie derecho y rápido pegó la primera pedaleada rumbo al desafío. El peso de ambos se hizo sentir; la pedaleada con la izquierda le pesó, pero él hizo más fuerza y avanzó aún más. Marino iba agarrado del manubrio y le dijo dale, dale.

Las fuerzas de Julio San Martín empezaron a flaquear, no le alcanzaban las energías y empezó a perder el equilibrio; la bici se le fue hacia la derecha y Marino gritaba guarda, guarda; Julio San Martín sintió que había que apoyar la pierna derecha pero no pudo aguantar y cayeron al piso.
Qué hací, decía Marino, mientras se sacudía la tierra del pantalón. Y bueno, dijo Julio San Martín, yo pensaba que te podía llevar.

Hace muchos años de esto; hemos hecho varios viajes en bici juntos con Marino; alguna vez lo llevé yo, otras me llevó él. Nunca más nos caímos; y, si en un próximo viaje volvemos a tocar la tierra de la calle La Paz, o de cualquier calle de este universo, nos levantaremos y seguiremos adelante.

Feliz cumpleaños, amigo Marino.

2 comentarios:

  1. Lo que Ud. no sabe amigo Julio, es porque Marino tenia mas destreza que todos para andar y dominar la bicicleta. Si Ud recuerda el papá de Marino tenia su negocio de articulos del hogar "Marcel", entonces Marino y el negro "quilla" Rearte eran los encargados de probar las bicicletas que ahí se vendian. Feliz cumple amigo.

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  2. Muchas gracias querido amigo (de 50 años). Realmente tu memoria es muy virtuosa. Describiste todo y me hiciste recordar como si lo estuviera viviendo nuevamente. Creo que pasaron algunos años desde esos grandes momentos. Un fuerte abrazo para vos y tu flia. y espero verlos pronto.

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