viernes, 15 de febrero de 2019

La poesía es un oficio, Pablo Neruda.




Fue en Lota, hace muchos años. Diez mil mineros habían acudido al mitin. La zona del carbón, siempre agitada en su secular pobreza, había llenado de mineros la plaza de Lota. Los oradores políticos hablaron largamente. Flotaba en el aire caliente del mediodía un olor a carbón y a sal marina. Muy cercano estaba el océano, bajo cuyas aguas se extienden por más de diez kilómetros los túneles sombríos en que aquellos hombres cavaban el carbón.
Ahora escuchaban a pleno sol. La tribuna era muy alta y desde ella divisaba yo aquel mar de sombreros negros y cascos de mineros. Me tocó hablar el último. Cuando se anunció mi nombre, y mi poema “Nuevo canto de amor a Stalingrado”, pasó algo insólito, una ceremonia que nunca podré olvidar.
La inmensa muchedumbre, justo al escuchar y el título del poema, se descubrió silenciosamente. Se descubrió porque después de aquel lenguaje categórico y político, iba a hablar mi poesía. Yo vi, desde la elevada tribuna, aquel inmenso movimiento de sombreros: diez mil manos que bajaban al unísono, en una marejada indescriptible, en un golpe de mar silencioso, en una negra espuma de callada reverencia.
Entonces mi poema creció y cobró como nunca su acento de guerra y de liberación.

Pablo Neruda – Confieso que he vivido (ED. Seix Barral) – Capítulo 11, “La poesía es un oficio”, página 313.   

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