martes, 6 de julio de 2021

La peñita


 La peñita

Cuando vuelas
Por el cielo
de mi calle
Llevas
el corazón
Abierto
En la peñita de la vida.
Aquella que hacer
La tira no podía
Hasta que mi hermano
Venía
Y la tira no se le
Resistía.
Los chicos de Tafí Viejo saben hacer volar una peñita. Pero no saben hacerla, para eso están los grandes, como los padres, el papá precisamente, o el hermano mayor. El volantín es grande y hacerlo volar requiere cierta experiencia. Por eso es mejor empezar haciendo volar la peñita. La peñita es el volantín chico.
Ricardo, mi hermano no era muy amigo de enseñar. Él tenía toda la habilidad para cortar el papel, preparar las cañitas, el engrudo, los parches, el hilo y la cola de la peñita. Julio San Martín se esmeraba en todo eso para hacer su propio volantín chiquito. Respetaba exactamente las medidas del papel, el largo y grosor de las cañitas, la consistencia del engrudo para que no esté chuyo, el tamaño de los parches, enrollaba bien el hilo en el ovillo, pero llegaba a un punto donde no podía seguir: cómo hacer la tira de la peñita.
¿Qué es la tira?, veamos.
La estructura de la peñita es un cuadrado de papel al que se le pega una caña finita en diagonal, la que se ajusta en las partes superior e inferior con un parche que se pega con engrudo, no chuyo. Desde una de las puntas que quedan sin caña, se coloca otra, esta vez arqueada que se apoya sobre la primera cañita y se pega en el otro extremo. Ese es el esqueleto de la peñita y lo que permite que el papel esté siempre abierto.
De esa estructura de cañas es desde donde se sujeta el hilo con el cual se desplaza hacia el cielo la peñita, como lo hace también el volantín. Ahora bien, entre el hilo del ovillo y las cañas de la peñita, se hace la tira. La tira consiste en un trozo de hilo que va desde el cruce las cañitas hasta la parte inferior de la cañita que va recta. Ese hilo tiene tres nudos, uno en cada extremo y uno que es móvil sobre el cual se ajusta el hilo del ovillo.
Ese tercer nudo de la tira es lo difícil del armado de la peñita. Para Julio San Martín eso era imposible de hacer, pero lo tenía a su hermano que era el capo de las tiras y por qué no de las peñitas. Entonces él venía, con una cara poco amigable, pero en dos patadas hacía la tira y la peñita ya estaba en condiciones de volar por el cielo de la calle Balcarce. La calle Balcarce era mía, de mi hermano Ricardo y de todos los amigos que jugaban conmigo.
Hoy la peñita vuela no sé por dónde. Por mi cabeza quizás lo haga, porque siento el aleteo de su cola en el viento y el vibrar de las cañitas cuando se eleva. Ya sé lo que quiere la peñita, volar bien alto porque siente que se le ha aflojado la tira y se va en busca de las manos sabias de mi hermano que la van a reparar. Vuela peñita mía, vuela peñita hasta el más allá. Tienes que llegar a donde viven los buenos. Los buenos son eternos y yo lo sé. Mi hermano vive ahora en el cielo de los buenos. Mi alma en la peñita lo ve.
Julio San Martín, 07 de octubre de 2020.

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